La desgracia del imitador – Bamidbar

La santidad es como un combustible nuclear enriquecido – no es algo con lo que conviene jugar…

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 04.04.21

“Y no vendrán y mirarán lo sagrado, para que no mueran” (Números 4:20)

 

La tarea de los kohanim era cubrir los utensilios sagrados y el Arca del Pacto antes de cada viaje en el desierto, mientras que la tarea de los levitas del clan de Kehat era transportar sobre sus hombros esos recipientes sagrados cubiertos. La Torá les advierte a los levitas que no miren por debajo de las cubiertas, directamente a las vasijas sagradas, pues mirar aquello que no tienen autorización para mirar es una falta que incurre en la pena de muerte.

 

La santidad es como un combustible nuclear enriquecido – no es algo con lo que conviene jugar…

 

No crean que este pasaje se refiere únicamente al antiguo Tabernáculo en el desierto. Como todo lo demás en la Torá, esto contiene un mensaje para la posteridad.

 

Rabí Shimon Bar Iojai en el sagrado libro del Zohar define lo que es un verdadero tzadik: una persona que observa el pacto de santidad personal. Y al ser un guardián de la santidad personal, el tzadik mismo es la personificación de la santidad, la santidad misma. Cada vez que la Torá se refiere a la santidad, muy probablemente se está refiriendo al tzadik.

 

Rabí Efraim de Sidilkov, de santa y bendita memoria, el Deguel Majane Efraim (y tío de Rabi Najman de Breslev) oyó una historia que le contó su abuelo el Baal Shem Tov: un jasid una vez fue a visitar a su rebe, pero este estaba muy enfermo y muy débil. El jasid vio que el rebe bebía a sorbos una taza de café mientras tenía puestos el talit y el tefilín. El jasid fue a casa y empezó a hacer lo mismo, que es algo que no está de acuerdo con la ley religiosa.

 

En lo que concierne a los tzadikim, nosotros hacemos lo que nos dicen, pero no tratamos de imitarlos. Escribe Rabí Elimelej de Lisenzk: “A veces hay gente que ve los gestos de los tzadikim (al rezar) y empiezan a imitar sus mismos movimientos inclinándose como los árboles en el campo”. Él explica que estos gestos están bien cuando los hace un tzadik santo que está totalmente apegado a Hashem pero que son ridículos cuando los hace una persona común y corriente.

 

La Guemará nos cuenta algunas anécdotas espeluznantes acerca del alto precio que uno tiene que pagar por imitar, aunque sea con las mejores intenciones:

 

Ben Azai, discípulo y colega de Rabí Akiva, lo siguió al baño  lo espío mientras orinaba. Rabí Yehuda, otro de los alumnos de Rbí Akia, reprendió a Ben Azai. Este se justificó diciendo: “Esto también es Torá y debo aprenderlo”.

 

Mucha gente no conecta la historia antedicha con otra historia de la Guemará, en la que una vez más, Ben Azai fue tras Rabí Akiva, pero esta vez perdió la vida. Cuatro sabios entraron al ámbito espiritual superior: Rabí Akiva entró en paz y salió en paz. En otras palabras, Rabí Akiva se encontraba a un nivel muy elevado que le permitía contener tan alto grado de espiritualidad.  Sin embargo, Ben Azai “entró y murió”. Ben Azai no tendría que haber imitado a su rebe. En realidad, él se consideraba un colega del Rebe cuando en realidad debería haberse considerado más bien un alumno, y ser consciente de que no tenía idea del verdadero nivel de santidad de Rabí Akiva. Rav Kahana cometió el mismo error. Una vez se escondió bajo la cama de Rav cuando Rav estaba teniendo relaciones íntimas con su mujer. En otra ocasión, Rav Kahana miró al santo Rebe Yojanan directo al rostro: entonces murió en forma instantánea y Rebe Yojanan le tuvo compasión y lo hizo volver a la vida.

 

La Guemará explica que nuestro rabino y guía espiritual debería parecerse a un ángel de Hashem: si no, entonces no debería ser nuestro rabino y guía espiritual. En ese caso, es peligroso imitarlo, porque es como imitar a un ángel. ¿Y quién dice que uno está a un nivel suficiente como para hacer algo así?

 

Discípulo, sí. Imitador, no. Pocas veces entendemos lo que vemos cuando miramos a un verdadero tzadik. Nosotros seguimos sus consejos pero no lo imitamos. Nuestros Sabios nos enseñan que una de las 48 maneras de adquirir la Torá es reconocer nuestro propio nivel espiritual. Siempre podemos anhelar alcanzar niveles más altos pero mientras tanto, por nuestra propia seguridad, tanto física como espiritual, conviene que nos quedemos dentro de los límites de nuestro propio nivel y no tratemos de imitar a aquellos que están por encima de nosotros. Cuando somos nosotros mismos, somos tanto felices como bendecidos. Vive una vida llena de gratificación en este mundo y en el próximo. Esto es medida por medida ya que un momento de servir a Hashem en este mundo le trae una ilimitada gratificación. Servir a Hashem con alegría es señal de que la persona no está meramente cumpliendo con su obligación sino que está sirviendo a Hashem con todo su corazón. La redención final de nuestro pueblo depende de que sirvamos a Hashem con alegría. Las enseñanzas de Rabi Najman tornan completamente en torno al concepto de la alegría y la santidad, y él siempre instaba a sus discípulos a que estuvieran alegres, porque de esa manera iban a iluminar el mundo. ¡Ustedes también pueden!

 

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1. Víctor Hugo Checa Miller

5/19/2018

La Tora

¿ Cómo se puede estudiar la Tora? tienen algún grupo de estudio para la Tora, especialmente Deuteronomio.

2. Víctor Hugo Checa Miller

5/19/2018

¿ Cómo se puede estudiar la Tora? tienen algún grupo de estudio para la Tora, especialmente Deuteronomio.

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