Hablar, no gritar – Devarim

Es sabido que todos los que no se sienten bien consigo mismos obtienen un gozo sádico pisoteando a los demás

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 02.08.22

“Estas son las palabras que Moisés dirigió a todo Israel…” (Deuteronomio 1:1).

Muchos de los grandes tzadikim se negaron a amonestar a sus seguidores. Rabi Najman de Breslev enseña que, a pesar de la mitzva que hay en la Torá de reprender a la persona que comete una falta, pocas personas son capaces de reprender a otros sin cumplir la estipulación de la Torá de que el castigo debe ser sin avergonzarlos. Es más, de hecho, son muy pocas las personas que son capaces o están calificadas para reprender a otros. Si Rabi Akiva dijo que en su generación no había nadie capaz de reprender a otros, entonces ¿qué podemos decir nosotros en nuestra generación?

¿Cómo dirigía entonces Rabi Najman a sus alumnos y seguidores por el camino correcto? Les contaba todo tipo de historias, a partir de las cuales ellos mismos llegaban a las conclusiones que él esperaba. No les decía que dejaran buscar ganar más y más dinero, sino que les contaba la historia de un aldeano al que la Mala Inclinación le vendía un caballo mágico por unos pocos rublos; la gente le ofrecía al aldeano todo tipo de sumas por el caballo, pero el aldeano nunca estaba satisfecho, ni siquiera con ganancias mil veces mayores. Quería más y más hasta que el caballo desapareció, tragado por una bomba de agua. El aldeano se volvió loco. Este fue uno de los cuentos más contundentes de Rabi Najman -que incluso resulta divertido cuando se lo cuenta-, pero que transmite el mensaje con mucha claridad sin herir los sentimientos de nadie.

¿Dónde aprendió Rabi Najman la táctica de contar un cuento en lugar de reprender a la persona? Si no me equivoco, lo aprendió de las “palabras que Moisés dijo a todo Israel”. El Libro del Deuteronomio es básicamente el último testamento de Moisés, su discurso al pueblo de Israel al final de sus cuarenta años en el desierto, justo antes de cruzar el río Jordán hacia la Tierra de Israel. Moisés cuenta dónde han estado y menciona lugares como Di Zahav, que significa “el lugar del oro”. Rashi señala que en ninguna otra parte de la Torá se menciona un lugar así. Explica que Moisés estaba castigando al pueblo al contar la historia de su viaje. Al mencionar Di Zahav, todos recordarían el Becerro de Oro y la necesidad de vivir la vida haciendo siempre teshuvá. Sin embargo, nadie se iba a sentir avergonzado, porque no se estaba señalando a nadie con el dedo.

Todo conferenciante, especialmente si se trata de un rabino o profesor que quiere transmitir un mensaje de ética y moral, debe tener muchísimo cuidado cuando da una reprimenda, no sea cosa que avergüence a alguien. Para un conferenciante cuyos objetivos son únicamente por el bien de Hashem, existe un fenómeno espiritual bien conocido según el cual, sea cual sea el tema del que hable, Hashem hará que el oyente reciba el mensaje exacto que debe escuchar. Este conferencista lo pensará dos veces antes de herir a alguien.

Muchas personas se dan “el lujo” de reprender a los demás. Es sabido que todos los que no se sienten bien consigo mismos obtienen un gozo sádico pisoteando a los demás. ¿Cuántos jóvenes crecieron dándole la espalda al judaísmo observante por culpa de un padre o un profesor cascarrabias que los avergonzó delante de sus hermanos, amigos o compañeros de clase? Sólo Hashem lo sabe. Pero una cosa está clara: la mitzva de la reprimenda es peligrosa; si se utiliza, hay que hacerlo con la máxima precaución.

Como cualquier otra mitzvá, la mitzvá de tojajá (reprimenda) requiere de mucha preparación. Antes de reprender a los demás, piensa si existe la posibilidad de avergonzarlos o molestarlos. Si es así, es mejor directamente abstenerse. En cualquier caso, uno debe hacerse cuatro preguntas antes de reprender, o incluso criticar, a otra persona:

1.¿No hay posibilidad de que mi reprimenda o crítica avergüence a esa persona?

2. ¿Acaso yo amo a esa persona y deseo lo mejor para ella?

3. ¿Estoy desprovisto de cualquier rastro de arrogancia o disfrute sádico al reprender a este individuo?

4. ¿Comprendo la situación de este individuo en profundidad y estoy seguro de que esta reprimenda valdrá la pena en este caso?

Si no puedes responder a las cuatro preguntas anteriores con un rotundo “sí”, entonces es mejor que te abstengas, ya que podría convertirse fácilmente en una transgresión. Los sentimientos heridos son difíciles de reparar. Si Moisés y Rabi Najman optaron por “hablar” en lugar de “gritar”, nosotros deberíamos lo mismo.

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1. RILLY

8/02/2022

MUCHAS GRACIAS POR EL MENSAJE TRASMITIDO. SEGUIRE ATENTO A TODO LO QUE PUBLIQUEN.

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