Tengo derecho a vivir

En una ocasión, una señora me preguntó: “¿Por qué el Creador no me preguntó si yo quería venir al mundo?”.

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 08.11.21

Una vez, una señora me preguntó: “¿Por qué el Creador no me preguntó si yo quería venir al mundo?”. Es evidente que alguien que hace una pregunta así es tremendamente infeliz, porque no se da cuenta de lo hermoso que es el mundo y lo dulce que es la vida, la Torá, los preceptos, los Shabat, y en especial, la emuná en Hashem, que es un paraíso terrenal. Y todo eso ¿por qué? Porque ella no tuvo la suerte de vivir con gratitud. Me dolió mucho por ella y le respondí: “Nuestros Sabios nos enseñaron que todo lo que es mérito o bondad para el individuo, se le puede conceder incluso si el individuo no se encuentra presente y no sabe nada del asunto. Por el contrario, todo lo que es obligación o pérdida para el individuo, no se le puede exigir a menos que el individuo esté presente y esté al tanto de que se le está exigiendo”.

 

Y siendo que venir a este mundo es un mérito, y en especial siendo que tenemos al tzadik y tenemos sus maravillosos consejos, y dado que Hashem nos ilumina el camino de la gratitud, por lo tanto, se le puede dar el mérito a la persona sin preguntarle su opinión, porque sin lugar a dudas la persona va a estar de acuerdo en aceptar la bondad. Eso es lo que decimos cada mañana cuando alabamos al Creador: ‘Hodu la Hashem…. Sijú bejol neiflotav – Den las gracias a Hashem…  Hablen de todas Sus maravillas’. Le cantamos a Hashem y Le agradecemos. Y también decimos: ‘Bendito es Él, Quien habló y se creó el mundo’: Amo del universo, muchas gracias por haber creado este mundo tan hermoso, tan maravilloso…”.

 

“No obstante, para aquel que carece de emuná, este mundo es una fuente de sufrimiento y aflicción y por eso, en vez de decir ‘Hodu la Hashem y Bendito que habló…’ esa persona dice: ‘Qué lástima que Hashem habló y se creó el mundo…’”. Qué triste que haya tanta gente que nunca tuvo la bendición de ser feliz. Esto nos demuestra hasta qué punto cada uno tiene que aprender el camino de la gratitud, gracias a la cual se le abren los ojos a la persona para que pueda entender qué gran mérito tiene de estar vivo en el mundo de Hashem. Más de una vez vinieron a verme personas que me dijeron que Hashem las odia, porque tienen problemas, dificultades y toda clase de sufrimientos.

 

¿A qué se debe esto?

 

Por naturaleza, la persona tiende a olvidarse de todo lo bueno que Hashem hace con ella a cada momento. Y cuando se les presenta una prueba en la vida, por ejemplo, si les falta algo o tienen algún problema, eso lo perciben perfectamente y no lo olvidan fácilmente como sí se olvidan de todas las bondades que Hashem hizo con ellos hasta ahora. Es por eso que tenemos el deber de dar las gracias, tal como decimos en los rezos: “Por lo tanto tenemos el deber de darte las gracias”. Nuestros Sabios sabían perfectamente qué cosas son obligatorias, tal como decimos en la plegaria Nishmat Kol Jai – El alma de todo ser vivo: “Pues es deber de todas las criaturas… agradecer, alabar, etc”.

 

Todo el que se tiene compasión a sí mismo debe elegir una de dos opciones: o bien que en cada sesión diaria de hitbodedut se recuerde a sí mismo los milagros que Hashem hizo y hace con él, o bien que tome una libreta y todos los días escriba; que se acuerde de toda su vida, que escriba: “Acá Hashem me hizo un milagro y allá Hashem me trajo tal y cual salvación y ahí Hashem fue tan bueno conmigo”. Que cada día escriba varios agradecimientos. Todos los días. ¿Por qué? Porque si la persona está pasando por una prueba o por alguna dificultad, entonces esa libreta le va a recordar todas las bondades que Hashem le hizo y cuánto la ama. Aquel que hizo teshuvá y empezó a observar los preceptos de la Torá que todos los días recuerde sus orígenes y Le dé las gracias a Hashem: “El alza al pobre del polvo, levanta al menesteroso del basural”. Que se acuerde de dónde lo rescató Hashem – de qué polvo y de qué basural…

 

Si uno se levanta a la mañana, ya es suficiente. Solamente por el hecho de que esta mañana se levantó, todo el día tiene que darle las gracias a Hashem. Por cada respiración tiene que darle las gracias a Hashem: “Dios mío, me diste otro día más para vivir y agradecer. Te agradezco por el agradecimiento”. Alguien me dijo: “Hoy me levanté tarde” y le respondí: “Si te levantaste, no es tarde. Solamente cuando uno ya no se levanta, ahí sí que ya es demasiado tarde”. Si uno se levanta a la mañana ya recibió el más grande regalo que le puede dar Hashem: otro día más de vida. El resto es bonificación…

La persona tiene que fortalecer la emuná en que no existe el mal en el mundo, que Hashem es únicamente Bueno y siempre hace el bien¿Cómo es que uno llega a decir que Hashem lo odia? Eso es lo que pasa cuando uno no canta, no alaba, no agradece. Por eso cada uno tiene que anotar en una libreta todos los días todos los favores que le hizo Hashem: “Gracias, Dios mío”. A cada momento, gracias. Bendito sea Su Nombre – todo el tiempo agradecerle y recordar todos los milagros y todas las maravillas que él hizo y hace con nosotros a lo largo de la vida. Y en especial los milagros en el ámbito de la espiritualidad: “Hoy sentí un despertar espiritual”, “Hoy me acerqué al tzadik”, “Hoy obtuve tal o cual mérito”, etc.

 

Todo el tiempo tenemos que estar atentos a los favores que nos hace Hashem, tanto materiales como espirituales. Así enseñan nuestros Sabios (Brajot 35): “Está prohibido disfrutar de este mundo sin pronunciar una bendición, y todo el que disfruta de este mundo sin pronunciar una bendición es como si Le robara al Santo Bendito Sea, puesto que todo Le pertenece. Y la Mishná Brurá (46:1) dice así: “Por lo tanto nuestros Sabios instituyeron una bendición por cada cosa del mundo de la cual uno disfruta”.