¿Dónde tienes la cabeza? – Vaieji

Cada uno tiene su propia manera de aprender. Algunos mantienen los ojos abiertos con escarbadientes y estudian hasta altas horas de la noche...

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Posteado en 02.01.23

Cada uno tiene su propia manera de estudiar.  Algunos mantienen los ojos abiertos con escarbadientes y estudian hasta altas horas de la noche.  Otros recorren el mundo, educándose en las bibliotecas de Europa, en los paisajes del Mediterráneo o en algún sombrío club nocturno de una república tercermundista desconocida.  Otros contemplan la vida desde su sillón favorito, mientras mastican una bolsa de papas fritas antes de quedarse dormidos frente al televisor.  La Torá, sin embargo, tiene un enfoque totalmente distinto.

En la Parashat Vaieji, nuestro antepasado Yaakov muere y es enterrado junto con sus antepasados en la Tumba de los Patriarcas.  El versículo dice: “Sus hijos lo llevaron a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva del campo de Majpelá, el campo que Avraham (Abraham) había comprado como finca funeraria” (Bereshit 50:13).

El Talmud (Sotá), relata el siguiente incidente asombroso acerca del entierro de Yaakov:

Cuando los hermanos estaban a punto de enterrar a su padre Yaakov en la Tumba de los Patriarcas, apareció Esav para disputarle a su hermano el derecho a ser enterrado en la cueva sagrada de los antepasados.  Ansioso por preservar los derechos de su padre sobre la tierra, el hijo de Yaakov, Naftali, se apresuró a regresar a Egipto para conseguir la escritura de compraventa.  El nieto sordo de Yaakov, Jushim, estaba furioso y exclamó: “¿Acaso mi abuelo deberá yacer allí en infamia hasta que Naftali regrese de Egipto?”. El joven tomó cartas en el asunto, tomó una espada y procedió a decapitar a Esav. La cabeza de Esav fue rodando hasta la tumba de los patriarcas y allí se detuvo.

El Rabino Aharon Kotler explica este sangriento y desconcertante, a la vez que extrañamente provocativo “extra” de la parashá.  “Puesto que Esaú estudió Torá bajo la tutela de Abraham e Itzjak (Isaac), merecía alguna recompensa.  Pero su estudio fue sólo un ejercicio mental que nunca entró en su torrente sanguíneo ni en sus órganos (o sea, nunca fue interiorizado).  Nunca se tomó a pecho la Torá que había aprendido, ni la utilizó para guiar su conducta.  Por esa razón, sólo su cabeza podía ser enterrada en la cueva, pero no sus miembros ni sus demás órganos”.

El Rabino Shimshon Rafael Hirsch enseñó que para que cualquier actividad científica tenga éxito, debe adherirse a las leyes de la naturaleza.  Del mismo modo, el judaísmo tiene sus raíces en la acción.  Si el estudio de la Torá sigue siendo puramente intelectual, y no se traduce del pensamiento a la acción, no es realmente estudio.

Hace más de cien años, el Rabino Hirsch citó un fenómeno que se ha vuelto extremadamente común. Muchas universidades modernas ofrecen clases de estudios judíos. Estos cursos evitan el desarrollo espiritual o emocional que es tan fundamental para el judaísmo.  Los profesores disertan desde un punto de vista puramente intelectual, sin hacer ningún esfuerzo por llevar a la práctica los conceptos que se debaten.  Recién graduado de la universidad, experimenté esto de primera mano.  Las clases de “estudios judíos” a las que asistí me dejaron más aburrido que inspirado.

Pero del midrash anterior se desprende que el verdadero estudio de la Torá no es un ejercicio intelectual. Debe interiorizarse y transformarse en acción.  La Torá será tan viva como nosotros la hagamos; ella emana del corazón, la boca y las acciones de quien la estudia correctamente.

Este método contrasta fuertemente con el método occidental moderno de estudio.  Los filósofos de Grecia y sus herederos intelectuales de hoy en día intentan amasar la máxima cantidad de conocimiento posible.  Se enorgullecen de sus conocimientos, del grosor de sus libros y del número de palabras complicadas que pueden encajar en una frase.

Y si bien la amplitud de conocimientos es importante, el judaísmo considera que la profundidad y la sustancia son muy superiores.  Cualquiera puede leer un libro. Pero el verdadero erudito aplica los conceptos que ha aprendido a su vida cotidiana. Literalmente “vive” la Torá.   

Para estudiar Torá, no hay necesidad de abrir los ojos con escarbadientes y quedarse estudiando toda la noche.  La Torá se estudia lentamente, con paciencia, haciendo todo lo posible por inculcar cada frase, palabra y letra en el corazón.  Y aunque leer acerca del Shabat puede resultar interesante, vivir el Shabat hace que la Torá cobre vida y que nuestras vidas se acerquen a la Torá.  Es mi plegaria que todos aprendamos a estudiar correctamente, con el corazón, el cuerpo y el intelecto. 

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1. Jesus

1/02/2023

Cuanto aprendo de estos fragmentos
Gracias por difundir luz.

2. Angelica

1/02/2023

Shalom!!! Amén . Gracias por sus buenos consejos para estudiar la Torá, el Rabino Yonatan da muy buenas explicaciones de la parasha semanal y me han ayudado mucho, pero cuando continúo leyendo todo lo demás se me hace difícil entender, ahora voy a poner este buen consejo en práctica. Muchas gracias Breslev. Gracias BARUJ HASHEM

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