Emuná y el Fin de los Días

El Rabino Lazer Brody dio un excelente shiur sobre lo que sucederá en el Fin de los Días. Esto es más o menos lo que dijo:

Hashem sacudirá el manto del mundo. Todo lo que valoramos en la vida será empujado desde sus cimientos para flotar en el aire con el resto de las tonterías en que cree la gente.

Hashem sacudirá el manto del mundo. Todo lo que valoramos en la vida será empujado desde sus cimientos para flotar en el aire con el resto de las tonterías en que cree la gente.

Pero todo es solamente una prueba. Los que se rindan, engañándose a sí mismos pensando que el ascenso del mal es permanente, caerán de la manta que se está sacudiendo y aterrizarán con fuerza.

Puede parecer que George Soros controlará el mundo para siempre y que la gente buena y honesta será incriminada por racismo y encarcelada por querer ser justa.

Puede parecer que los salvajes trajeados nos llevarán a todos a una nueva era de barbarie, pero cada Shabat recordamos la eterna verdad:

Cuando los malvados florecen como la hierba, y todos los trabajadores de la violencia florecen, sólo para ser destruidos hasta la eternidad. (Salmos 92:8)

Recitamos este Salmo cada Shabat. Las palabras dicen todo lo que necesitamos saber. La hierba crece muy alta. La hierba que pisamos apenas nos llega a los cordones de los zapatos porque se corta constantemente. Pero si la dejaras crecer, te llegaría a las rodillas.

Sin embargo, la hierba no dura. Brota a finales de otoño, crece durante el invierno y alcanza su altura máxima en primavera.

Luego se vuelve marrón y muere. Los agricultores cortan la hierba muerta en campos que se extienden kilómetros en todas direcciones. La cortan, la empaquetan en pajares y la usan para alimentar a su ganado.

Lo mismo ocurre con las plantas y las flores. Como dice el Salmo, florecen. Como la hierba, brotan, florecen, crecen, revelan toda su belleza, se marchitan y mueren.

Esto es lo que Dios nos dice de los malvados.

Los Días Precedentes Dan la Respuesta

En 1923, el malvado de Alemania daba discursos en bares. Diez años después se convirtió en el líder de Alemania. Diez años más tarde, gobernó sobre todo el continente europeo.

En 24 meses, su país fue conquistado y él ya estaba muerto.

Lo mismo puede decirse de Vladimir Lenin, Joseph Stalin y la Unión Soviética.

En este singular pasuk del Salmo, Hashem nos está diciendo que el ascenso del mal es temporal en el mejor de los casos. Termina con el destino del mal: ser destruido hasta la eternidad.

Su ascenso dura apenas un momento. Su caída es para siempre.

Depende de nosotros decidir qué lado tomaremos.

No es fácil.

Cuando el malvado de Alemania ganaba más poder, miembros de la familia real británica quisieron formar parte de su imperio nazi.

Cuando la Unión Soviética lanzaba satélites al espacio mientras conquistaba trozos de Europa del Este, muchos estadounidenses simpatizaron con ellos, e incluso le vendieron secretos de Estado a Stalin.

Hoy, nos están poniendo a prueba.

La prueba definitiva del tiempo está sobre nuestros hombros

¿Acaso nos pondremos del lado de los que meten a la gente en la cárcel por expresar lo que es correcto en este mundo — o estaremos dispuestos a apoyar a los disidentes en el actual dominio global del mal?

¿Nos pondremos una camiseta arco iris para conocer a la gente correcta o nos aferraremos a Hashem sólo un momento más?

¿Rezaremos a Dios con todo nuestro corazón para que cada judío en Israel regrese a Él y vea el éxtasis en las mitzvot o marcharemos sobre Bnei Brak y comenzaremos a hostigar a los temerosos de Dios?

Hashem nos promete que el bien prevalecerá. Hashem garantiza que los malvados caerán y los que confían en Hashem perdurarán. Si Lo servimos mañana, noche y día, estaremos bailando con el Mashíaj en el Reino de los Cielos – Una nación de la Torá que se extiende desde el Éufrates hasta el Nilo, donde todos los judíos están unidos.

Una nación que incluirá entre sus súbditos a Moshé, David, Avraham, Yehudá HaNasí, Rabí Akiva, Rabí Najman de Breslev, el Jafetz Jaim, el Lubavitcher Rebe, tus ancestros y cada judío que vivió.

Al comienzo de la Amidá y al final de la Bendición después de las Comidas, rezamos para que Hashem reviva a los muertos.