Primeros auxilios

Me contaron muchas veces de tumores que desaparecieron gracias a las expresiones de gratitud a Hashem, como en el siguiente caso:

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.12.23

La gran mayoría de las personas, al encontrarse en una situación difícil, de repente sienten que no son nada y es entonces que corren gran peligro, porque pueden perder la emuná y caer en la desesperación y olvidarse de Quién las curó y las mantuvo con vida hasta el día de hoy. La tristeza y las lamentaciones son la más grande herejía, porque impiden que la persona tenga fe en Hashem, y destruyen el poco de emuná que todavía le quedaba.

La gratitud es el remedio genuino que cura y le da al paciente la fuerza necesaria para realmente creer en Hashem, haciéndole sentir que Hashem lo ama y que jamás lo abandonó ni lo abandonará. Y por eso la gratitud es, de hecho, la única esperanza de cada enfermo, porque lo conecta con la emuná y la confianza en Hashem.

Y como decimos en la bendición de después de ir al baño: “Rofé kol basar umaflí laasot” – Hashem cura toda la carne y obra milagros y maravillas.

Me contaron muchas veces de tumores que desaparecieron gracias a las expresiones de gratitud a Hashem, como en el siguiente caso:

“Una mañana, después de que me detectaron un tumor maligno, me desperté sintiéndome terrible. Me hice análisis de sangre y los resultados eran muy malos. Era la víspera de Shabat y me sentí terrible. Mi hija, que escuchaba charlas del Rabino Shalom Arush, vino a visitarme y me dijo: ‘Papá, tienes que escuchar esto’. Todo ese Shabat me contó historias milagrosas de ese libro. Sentí que me llenaba de luz en medio de toda esa oscuridad. El domingo a la mañana fui a dar una caminata y pasé por un parque lleno de árboles. Me puse a hablar con Hashem.

“Hablar con Hashem no es para mí algo nuevo. Yo siempre hablo con Él, pero no estaba acostumbrado a darle las gracias. Pero cuando mi hija me contó estas historias, entendí cómo tenía que hablar y así, en medio de mi conversación con Hashem, empezaron a caerme lágrimas de los ojos, y el manantial se abrió. Pero en vez de preguntar ‘por qué’, empecé a decir ‘gracias’.

“No es fácil dar las gracias por las cosas que la lógica te dice que son malas, pero yo veo que sigo dando las gracias y me pregunto: ‘¿Acaso es normal dar las gracias por algo así? ¡La enfermedad que tengo es terrible e implica un enorme sufrimiento! ¡No puedo dormir de noche y sufro de los riñones!’. Pero a pesar de todo di las gracias.

“El martes viajé al hospital a realizarme un chequeo. Me introdujeron una cámara dentro del cuerpo con anestesia local, o sea que estuve despierto durante el procedimiento y vi y escuché lo que decían los médicos y no pude creer lo que estaba oyendo. Un médico le dijo al otro: ‘Pero este hombre tiene el cuerpo de un joven de dieciocho años. ¡Yo no veo ningún tumor!’. Y el otro médico respondió: ‘No entiendo cómo es posible! ¡No veo ningún tumor! ¡Desapareció!’.

“Entonces me mandaron a realizar más exámenes y de manera milagrosa, los resultados salieron bien. Yo sé que fue por la gratitud que me curé por completo. ¡Esto es un hecho!”.

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