Más allá de toda duda – Bo

Nunca traté de demostrarme a mí mismo la historia del Éxodo, y nunca traté de convencerme de que la Torá provenía de Dios. De hecho, pasé más tiempo tratando de hacer justo lo contrario.

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Rabino Pinjas Winston

Posteado en 16.01.24

Este “rabino” estaba dispuesto a basarse en ciencia inexacta e incompleta sólo para negar un sistema de creencias que el mundo entero requiere para existir.

Y será que cuando tu hijo te pregunte en algún tiempo futuro: “¿Qué es esto?”, le dirás: “Con mano fuerte nos sacó Dios de Egipto, de la casa de servidumbre” (Shemot 13:14)

¿Creía yo en la historia del Éxodo tal como la relata la Torá? El año anterior a convertirme en baal teshuva, en realidad no; el año siguiente, ya la creía completamente. Ahora, 30 años después, creo más allá de toda sombra de duda, que en hebreo es la palabra “safek”, término que tiene la misma gematría (valor numérico) del nombre “Amalek”, 240. El trabajo de Amalek es confundir al pueblo judío, hacerlo dudar de Dios y de la Torá, y tratar de convencerlo de que el Éxodo nunca tuvo lugar.

Nunca traté de demostrarme a mí mismo la historia del Éxodo, y nunca traté de convencerme de que la Torá provenía de Dios. De hecho, pasé más tiempo tratando de hacer justo lo contrario. Simplemente estudié y construí mi base de conocimiento de la Torá hasta que las realidades simplemente como que empezaron a perseguirme. El propio conocimiento exigía la creencia.

Una vez, durante una sesión de enseñanza sobre la creencia en un concepto concreto de la Torá, cierto estudiante (adulto) me desafió en un tono algo argumentativo: “Sí, ¿por qué crees en lo que crees?”, esperando que yo respondiera con algún tipo de respuesta de fe ciega que luego pudieran atacar, lo que probablemente también habría tenido un impacto negativo dramático en los demás estudiantes.

Mientras me preparaba a responder a la pregunta, me pregunté: “¿Cómo puedo compartir años de investigación y aprendizaje con un grupo de personas en cinco minutos, y esperar que escuchen la respuesta y la aprecien al mismo nivel que yo?”.

Y esa fue mi respuesta: “Si supieran lo que yo sé ahora, también lo creerían”.

Hasta el día de hoy, no estoy seguro de dónde me vino esa respuesta, como no sea del mismo Cielo. Pero fue una de las respuestas más eficaces que he dado en toda mi vida, porque no sólo desarmó a quien la preguntaba, sino que dijo en pocas palabras lo que yo no podría haber dicho en una hora. Les dije que todo lo que estaba enseñando era el producto de años de estudio profundo de la Torá, y que mi creencia era una función del conocimiento, no simplemente de la fe. También les decía que lo único que se interponía entre ellos y una creencia tan sólida no era lo que creían saber, sino lo que aún tenían que aprender.

¿Cómo se argumenta algo así?

Pero esto no es un juego. Se trata de creencias, de la búsqueda de la verdad, de conectarnos con el Dios de la Creación antes de que pierda la paciencia y nos desconecte por completo. He aquí un hombre que se llama a sí mismo “rabino”, dispuesto a confiar en una ciencia inexacta y ciertamente incompleta para dar muerte a un sistema de creencias que el mundo entero necesita para existir.

Si el hombre hubiera dicho: “He estudiado la Torá con Rashi y todos los demás comentarios importantes. He profundizado en el estudio de la Mishná, en todos ellos, y comprendo su significado y sus intenciones. He estudiado el Talmud, no sólo un Tratado, sino todo el Talmud, tanto la versión de Babilonia como la de Jerusalén, y sus ingeniosos comentarios, y domino el panorama general que crean. He visto los numerosos midrashim y he pasado muchos años en el reino de la Cábala. En resumen, he visto toda la Torá, al menos toda la que tenemos hoy en nuestras manos, y francamente, no me impresiona. A decir verdad, es incoherente y no revela ningún genio particular más que el que cualquier otra sociedad inteligente podría haber producido con el tiempo, digamos en 2000 años. Poco de ello me obliga, tras mis muchos años de sincera investigación en los cuatro niveles, Pshat, Remez, Drush y Sod, a creer en lo que ha escrito como un hecho real. Por lo tanto, no me sorprende que aún no hayan aparecido pruebas arqueológicas que respalden su relato histórico”.

Si hubiera hecho esto y dicho esto, entonces tal vez habría qué escuchar, qué tomar en serio. Pero no lo hizo, y, no podía. Porque, si hubiera trabajado este enfoque a la historia del Éxodo, su pregunta sería sobre los arqueólogos y sus partidarios, no sobre la Torá y sus partidarios.

¿Preguntas? Por supuesto que las hay, y muchas. Aún no hemos confirmado por qué la Tierra está llena de enormes cráteres, aunque no nos queda ninguna señal de grandes asteroides como prueba de que hayan causado esto. Tenemos teorías, pero nos faltan hechos. Stonehenge también sigue siendo un misterio. Seguimos buscando vida en el espacio exterior aunque la mayoría de los indicios indican que no la hay. Pero gastaremos miles de millones de dólares para demostrar lo contrario, porque nuestra creencia es tan fuerte que no podemos ser los únicos vivos en este vasto e impresionante universo, y nadie dice ni pío.

Las preguntas son buenas. Un poco de duda puede ser sana, siempre que te obligue a responderla para buscar niveles más profundos de verdad. Son necesarias para la fe, y para impulsar a una persona a buscar la verdad a través de su mente, no sólo de sus ojos. Los griegos vivían según la creencia de que ver es creer, pero llegó Janucá y nos enseñó que también funciona al revés. De hecho, como señala el Leshem, la Luz Primordial que Dios ocultó el primer día de la Creación sólo se ocultó a los malvados de la historia, es decir, a aquellas personas que eligen guiarse por sus ojos y no por su mente.

Sin esa luz, la vida cotidiana no es más que eso: vida cotidiana y mundana. Entonces el dicho “lo que ves es lo que hay” es cierto. Pero para la persona que va tras la Torá con el objetivo de llegar al fondo de todo, esta luz revela lo que la mayoría del mundo físico oculta. Las cuatro quintas partes de los judíos que murieron en la parshá de esta semana en la Plaga de la Oscuridad lo hicieron porque tampoco creían en el Éxodo de Egipto tal como lo relata la Torá.

Como insinúan tanto el Sefer Mitzvot HaKatan como el Talmud, ocurrirá exactamente lo mismo antes de la Redención Final.

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1. PAULIN NIKOLLI

1/17/2024

GRACIAS RAV PINJAS WISTON POR ESTA ENSENIANSA.BARUJ HaSHem POR TENER EL MERITO DE LEJER ESTA ENSENANSA

Gracias por tu respuesta

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