Cada Pequeña Bendición

Si cada marido le diera las gracias a su mujer por cada camisa que le plancha, no existirían en el mundo los problemas conyugales…

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Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

Si cada marido le diera las gracias a su mujer por cada camisa que le plancha, no existirían en el mundo los problemas conyugales…

La gratitud nos ayuda a que no demos por sentado todas las bendiciones que hemos recibido. Por eso, tenemos que acostumbrarnos a darle las gracias a Dios por cada pequeña bendición que tal vez pueda parecer a primera vista algo rutinario, pero que en realidad es el producto de la Providencia Divina y la infinita compasión de Dios. De esta manera, la fe y la gratitud purifican y elevan el corazón.

En la plegaria silenciosa Amidá decimos: “Te damos las gracias y decimos Tus alabanzas – por nuestras vidas, que están en Tus manos…”. Este es un agradecimiento general por la vida. “Y por nuestras almas, que son depositadas en Ti”. Este es un agradecimiento por nuestras almas, que están depositadas en las manos de Dios, tal como escribe el Rey David en el Libro de Salmos: “En Tus manos deposito mi espíritu”. Después, Le damos las gracias a Dios específicamente por todos los milagros que Él realiza a diario para cada persona: “Y por Tus milagros que están con nosotros a diario”. Dios hace milagros todos los días para todas las personas. Es nuestro deber buscar esos milagros, darle las gracias a Dios por ellos, anotarlos en un cuaderno, para que podamos recordarlos, y agradecer repetidamente por ellos al Creador.

Al reconocer y dar fe de los actos de benevolencia de HaShem estamos sentando las bases de la gratitud. A continuación decimos: “Y por Tus prodigios y Tu bondad en todo momento, noche, mañana y mediodía”. Tenemos motivos para darle las gracias a Dios a cada momento.

Debemos aprender y acostumbrarnos a agradecer por cada detalle de la vida, literalmente a cada instante, sin dar nunca nada por sentado.
La verdad es que el Creador es el Amo del Universo y que todo lo que tenemos es en verdad Suyo. Él nos da las herramientas que necesitamos para llevar a cabo nuestro objetivo en este mundo y Él nos da la capacidad de utilizar dichas herramientas. También podría ocurrir que HaShem no nos diera esas herramientas o que no nos diera la capacidad de utilizarlas…

Si una persona usa las herramientas de otra, tiene que darle las gracias por eso. Y dado que el Todopoderoso es el Propietario de todas las pertenencias del mundo, debemos darle las gracias a Él por todo lo que tenemos. La persona que no Le da las gracias a HaShem o cree que cualquier objeto dado en realidad le pertenece a ella está viviendo en un estado espiritual de herejía, robo y falsedad. Cada vez que utilizamos cualquiera de los bienes materiales que tenemos a nuestra disposición, debemos recordar que estamos usando algo que HaShem nos dio prestado. En consecuencia, Él se merece nuestro agradecimiento.

Por ejemplo, cuando abrimos la canilla para lavarnos las manos, deberíamos darle las gracias a Dios por el hecho de que hay una canilla con agua potable y que no tenemos necesidad de ir a extraer agua de pozo que está en el patio o del río, que está a un kilómetro de distancia. ¿Desde cuándo esta comodidad de contar con agua potable es algo que podemos dar por sentado? ¿Y qué me dicen de la ropa que tienen en el placard? Si cada marido le diera las gracias a su mujer por cada camisa que le plancha, no existirían en el mundo los problemas conyugales.

Pero no basta con darle las gracias a HaShem con un agradecimiento general de “gracias por la ropa”. La verdad es que deberíamos darle las gracias por cada prenda de vestir -por cada par de pantalones, por cada camisa, por cada sweater, por cada par de zapatos. Nada es demasiado intrascendente o demasiado insignificante. Cuando en pleno invierno nieva y uno tiene los pies fríos y mojados porque va sin botas, ¡qué bendición es un par de medias secas! ¿Por qué vamos a darlas por sentado? Ese debe ser el marco mental con el que darle las gracias a HaShem.

Rabi Najman de Breslev se esforzó por desarrollar el atributo de la gratitud siendo apenas un niño pequeño. Cada vez que le daban de comer, él no se limitaba a recitar la bendición obligatoria antes de comer cada alimento sino que además Le daba las gracias a Dios por cada alimento en particular: “Gracias, Dios, por el pepino; gracias, Dios, por el tomate; gracias, Dios, por el queso”, etc. etc.

¿Qué tiene de malo decir simplemente un agradecimiento general, algo así como “Gracias, HaShem, por todo”? ¿Por qué Rabi Najman se tomaba el trabajo de agradecer por cada ítem en particular? Por supuesto que es muy importante dar las gracias en términos generales, pero de esa manera no ponemos énfasis en la sensación tangible de la extraordinaria Providencia Divina de HaShem. Las gracias generales nos dejan con un sentimiento de fe abstracto y general. Pero cuando Le damos las gracias a Dios por cada detalle, ahí es cuando empezamos verdaderamente a sentir la Providencia Divina de HaShem y Su intervención personal en cada faceta de nuestras vidas.

Así es como aprendemos a reconocer que incluso los detalles y lo sucesos más mundanos no son más que la afectuosa Providencia Divina de HaShem sobre nosotros. Y el solo hecho de saber eso hace que la vida sea muchísimo más dulce y que tengamos motivos para estar contentos todo el día, así que ¡a ver esa sonrisa!

 

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