Renunciar y Triunfar

Lo que tiene de bueno la emuná es que impide que te transformes en víctima, que es un rol que a todos nos gusta mucho jugar de tanto en tanto...

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Yehudit Channen

Posteado en 04.04.21

Lo que tiene de bueno la emuná es que impide que te transformes en víctima, que es un rol que a todos nos gusta mucho jugar de tanto en tanto (admitámoslo!). sentir lástima por uno mismo produce un cierto goce, y es fácil echarles las culpa a los demás cuando las cosas no van bien.

 

Esta semana volví a Israel tras visitar a mi hermana en los EEUU. Fue una visita llena de momentos agradables y tranquilos en su departamento tan ordenado y tan decorativo. Solamente nosotras dos con mucho tiempo para pensar y hablar. El ritmo era lento y la atmósfera, tranquila.

 

Me resultó muy fácil trabajar allí y a la tarde, después de escribir y hablar con mis clientes, iba de caminata entre los robles enormes y las extensiones de césped verde. Medité y reflexioné. El tiempo era precioso y me encantaban las ocasionales tormentas.

 

Y entonces volví a casa.

 

Salí del aeropuerto de Ben Gurión a un horno de aire caliente. Los árboles que pasamos por el camino estaban secos, apenas soportando el sol abrasador. El tránsito apenas si avanzaba y mi mala inclinación se despertó y empezó a fastidiarme, quejándose del calor y de los campos descoloridos que pasábamos, comparados con los céspedes verdes y frescos de los suburbios de Maryland.

 

Llegué a mi departamento y fui recibida calurosamente por mi querida familia, a la que había extrañado tanto y en la que había pensado cada día, pero….

 

¡Tantas personas a las que escuchar! ¡Tanto ruido, tanto lío! Un caos abrumador…

 

Sé que tengo la bendición de regresar a la Tierra Santa y de tener una familia tan grande y tan amada, pero lo único que sentí en ese momento fue un anhelo de estar sola para poder superar la diferencia horaria y reconectarme con mi marido, que tiene una agenda muy apretada. Al final, solamente nos sonreímos el uno al otro en medio de la habitación llena de gente. Después tuvimos una discusión muy tonta y luego hicimos las paces, que fue nuestra forma de decirnos: “Cuánto te extrañé”.

 

Desde el momento en que volví, no paramos ni un minuto. Mi hija Braja, su marido y su hija de tres años se mudaron a nuestro departamento después de que el que ellos iban a alquilar de repente fue ocupado por otra familia. Ahora están buscando otro lugar donde vivir que esté a buen precio y esté cerca de sus lugares de trabajo. A mí me encanta poder ayudarlos pero tengo mucha menos privacidad. Además tengo en casa dos hijas solteras y tengo cuatro hijos casados en el mismo barrio a los que les gusta pasar a visitar y tomarse un café con nosotros. Y ahora que es verano también traen a sus hijos pequeños.

 

Si no tuviera emuná, ya estaría hecha una enorme bola de resentimiento (¿acaso no se dan cuenta de lo cansada que estoy?), una verdadera víctima (¿no se dan cuenta de que no estoy organizando un campamento de verano?) y una bruja (mi marido se acaparó todo el balcón mientras no estuve en casa!).

 

En lugar de eso, le dije a mi mala inclinación que se vaya a freír churros y decidí sentirme contenta por todo!

 

Así que estoy recontenta de estar de nuevo en Israel y a pesar de la ola de calor, la falta de lluvia en verano y la ausencia de árboles frondosos en mi patio (no tengo patio), tengo la bendición de vivir acá y no me importa que esté todo empolvado y que no haya céspedes verdes. Dios me dio el privilegio de realizar mitzvot en la tierra de mis antepasados  y cuando llegue el Mashíaj voy a estar aquí lista para recibirlo. Preferiblemente a la sombra…

 

¿Y mi departamento? Le falta piso de madera, armarios incorporados, sótano y ático pero para el estándar israelí está bastante bien y tengo mucha gratitud por tenerlo.

 

¿Acaso puedo quejarme? Podría si quisiera. Podría anunciar que necesito paz y privacidad, que mis hijos dejen de venir y demás pero en realidad no es tan simple y no estoy segura de que quiera eso. Trabajo para tener más paciencia, más fe. Confío en que Hashem me ayudará a obtener el descanso que necesito y a cumplir con mis tareas. La ola de calor va a pasar y mi marido y yo vamos a tener mucho tiempo para conversar, aunque no sea ahora. Soy demasiado inteligente como para ser mártir. Soy demasiado sabia como para ser una tonta.

 

Si tuviera que tener un estilo de vida relajado y una casa grande en el campo, eso sería lo que tendría.

 

Por ahora elijo aceptar la situación tal como es, pidiéndole a Dios que me ayude a mantener la calma y enfocarme en lo que Él me pone en la vida. Y por sobre todas las cosas, dar las gracias, renunciar y triunfar.

 

 

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