Celebrar con una sonrisa!

“¡No hay nada como un festejo para ponerte triste!”. ¿Por qué será que los festejos sacan a flote lo peor de uno mismo?

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Yehudit Channen

Posteado en 18.03.21

 

Una vez mi amiga Bonnie me dijo en broma: “¡No hay nada como una simjá (celebración alegre) para ponerte triste!”. Me reí. ¿Por qué será que los festejos sacan a flote lo peor de uno mismo?

La respuesta más práctica es muy simple: las celebraciones cuestan mucho dinero, interrumpen la rutina y son agotadoras. Solamente la cuestión logística ya produce un estrés tremendo. Hay que encargar la cantidad exacta de comida, encontrar lugares de hospedaje para los invitados y hay que ir de compras todo el tiempo. Todo esto resulta agotador. Y también están las sorpresas…

Cuando mi hijo se casó con una joven de los EEUU, la familia de ella vino a Israel para la boda. Trajeron hermosos regalos para la pareja y espléndidos trajes y vestidos para ellos mismos. Era la primera boda de la pareja y nadie quería perdérsela. El costo de los boletos de avión solamente ya era exorbitante, pero lo más terrible de todo fue cuando se dieron cuenta de que habían llegado a Israel sin su equipaje.

 

Dos días antes de la jupá todavía no sabían si los preciosos vestidos iban a llegar a tiempo!

 

Cuántas lágrimas, cuánta incertidumbre… ¿Qué hacer? Ir a comprar otros vestidos o seguir esperando que ocurriera un milagro?

 

¡Y el milagro ocurrió! Al día siguiente, las valijas llegaron y fueron entregadas directamente a nuestra casa. Gracias por tanta bondad, querido Padre de todas las novias!

 

Todos sufren en cierto modo cuando hay alguna celebración familiar. Yo por lo menos, siempre sufro. Justamente hoy, por ejemplo, fue el brit (circuncisión) de mi nietito recién nacido y si bien todo salió bien al final, hubo mucha tensión antes. Mi hija sufría un tremendo dolor de cabeza a causa de la epidural, el bebé al parecer sufría de ictericia y hubo problemas con el catering. Además, la nueva mamá se dio cuenta veinte minutos antes del brit que no tenía nada que ponerse porque nada le entraba

 

Yo le había sugerido muy suavemente que le convenía vestirse temprano pero ella estaba demasiado ocupada con su dolor de cabeza y no me hizo caso. Mientras tanto, la casa se iba llenando de mamaderas, chupetes, ropa de todas las tallas y más y más nietos. Al final el bebé se hizo eco del lío y se puso a llorar como solamente los recién nacidos saben hacerlo.

 

Yo abrí una botella de vino y me serví un vaso. Me senté a esperar. Hice una breve sesión de hitbodedut y Le di las gracias a Hashem por los desafíos que llegan siempre con cada bendición. Cuando por fin encontramos el chupete del bebé, por fin salimos. Mi hija parecía estar bien.

 

Todo fue sobre ruedas, gracias a Dios y todas las bendiciones fueron dichas con enorme gratitud. Me sentí tan dichosa por la bendición de este nuevo nieto y por este brit milá con sus pequeños problemitas. Todos hemos oído historias de padres y madres en Rusia que tenían que hacer la circuncisión en perfecto secreto para que no los descubrieran, no hace tanto tiempo.

 

Ellos seguramente no se preocupaban de la ropa que se iban a poner o la comida que iban a servir. Estos judíos rusos corrían peligro de ser encarcelados o enviados a Siberia si la KGB descubría que habían hecho la circuncisión a un bebé. ¡No podemos siquiera concebir el tremendo sacrificio que hicieron!

 

Recuerdo haber visto un documental hace unos años acerca de un joven judío que se disfrazó de nazi. Siendo de tez blanca, rubio, de ojos azules, y muy inteligente, este joven logró salvar a muchísimos judíos. Durante dos años enteros vivió con terror a ser descubierto. Una de las cosas más difíciles era tener que mantener su cuerpo oculto, para que no descubrieran que era judío.

 

Gran parte de toda celebración judía consiste en darle las gracias y alabar a nuestro Creador. Esa es la máxima expresión de emuná. En una celebración feliz eso es muy fácil de hacer si no le hacemos caso a la mala inclinación. Cada vez que el judío se apresta a dar públicamente las gracias a Hashem, las fuerzas negativas se frotan las manos muy satisfechas y empiezan a sembrar el disenso entre unos y otros.

 

La último que quiere la mala inclinación es que los judíos se unan a alabar a Dios. No hay nada más sagrado que cuando uno expresa su gratitud a Aquel que nos da todo, incluso si las cosas llegan con algunos problemitas…

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1. Cristina Rosa

10/20/2017

Muy bueno . Toda raba

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