Deja ir la culpa

Le estaba dando los últimos toques a los preparativos de la cena de Shabat cuando las cosas empezaron a complicarse...

3 Tiempo de lectura

Lori Steiner

Posteado en 18.03.21

Le estaba dando los últimos toques a los preparativos de la cena de Shabat cuando las cosas empezaron a complicarse. Dado que el jengibre en polvo tiene el mismo aspecto que el ajo en polvo, ya había condimentado con generosidad el pollo con el primero cuando me di cuenta de mi (craso) error. ¿Cómo podía ser tan descuidada? Me regañé a mí misma una y otra vez por no prestar atención. Y entonces, si bien había querido encender las velas de Shabat precisamente dieciocho minutos antes del comienzo del Shabat, encontré varias cosas que hacer, incluyendo chequear una receta en internet, que ahora me parece algo tan superfluo…

 

Sin darme cuenta de paso del tiempo, dije una plegaria un poco larga al dar tzedaká antes de encender las velas cuando me di cuenta de que el Shabat estaba a punto de comenzar. Apenas si llegué a encender a tiempo.

 

El comienzo del Shabat fue con bastante calma a pesar de todo, y la comida salió bien a pesar de la confusión de las especias. Sin embargo, poco después de recitar la Birkat Hamazón – la bendición de después de las comidas- me tiré en la cama y me quedé dormida y recién me desperté varias horas más tarde,  asustada, porque me quedé dormida sin recitar el Kiriat Shemá. A tientas fui hasta el interruptor de la luz en el pasillo para encender la luz para ver lo que estaba haciendo. Luego me enjuagué la boca y di un grito que despertó a mi marido. ¿Qué acababa de hacer? ¿En qué recórcholis estaba pensando cuando encendí la luz? Desde que hice teshuvá jamás había hecho algo semejante! ¿Cómo pude olvidarme de que era Shabat? ¡Lo acababa de profanar!

 

Me sentí preocupada, arrepentida, triste, miedosa, ansiosa, perturbada… Me puse a llorar, rogándole a Hashem que me perdonara por haber encendido la luz. No tenía excusas para lo que había hecho. Y lo más importante era que no había usado la emuná. Los sentimientos negativos iban en aumento, y yo tratando de conciliar el sueño.

 

Luego, a la mañana, me quedé pensando en la noche anterior y todo lo que había sucedido. Sentí que tenía necesidad de hablar con Hashem y conectarme con Él en plegaria personal. Y entonces me vino este pensamiento a la cabeza. Hashem me estaba demostrando que la perfección no es lo que Él desea y que esta tendencia era en mi propio detrimento, haciéndome pensar las cosas demasiado sin vivir el momento.

 

Hashem no quiere que nos sintamos culpables por los errores involuntarios que podamos haber cometido. Hashem fue quien dirigió esta serie de infortunios para que me aparte del perfeccionismo y la culpa. La culpa bloquea la alegría. ¡Por fin lo entendí! A veces nos sentimos culpables cuando las cosas van mal pero debemos recordar dos cosas que en ese momento olvidé:

 

  1. El judaísmo no es una religión de culpa. Somos nosotros los que traemos este rasgo negativo.
  2. Hashem crea las circunstancias necesarias para ayudarnos a aprender cosas que necesitamos saber.

 

Hashem controla el resultado de nuestro esfuerzo, nosotros. Lo único que podemos hacer es intentarlo. Conviene que Lo veamos dentro de cada desafío y que recordemos que Él nos perdona. Y cuando nos perdonamos a nosotros mismos podemos perdonar a los demás. Es muy importante que dejemos ir la culpa. Hashem es afectuoso y nos ama muchísimo más de lo que podemos imaginarnos. Por eso, hagamos el esfuerzo de perdonarnos a nosotros mismos, de ser paciente – porque Hashem es paciente- e internalizar las lecciones que aprendemos, para poder crecer a partir de nuestros errores, sean los que fueren.

 

Escribe tu opinión!

1. Carola Miranda

1/06/2018

Gracias consejo super útil,,,,buen aprendizaje para mi vida…..seguiré aprendiendo…..pero jamás declinare. Los Felicito por sus compartir . Que Hashem los siga Nutriendo de Sabias Enseñanzas.

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario