Sentir al otro

Supongamos que una persona pecó contra Hashem durante muchos años. Profanó el Shabat, comió pan en Pesaj, comió en Yom Kipur y en Tishá BeAv y no se puso ni tefilín ni tzitzit ni tampoco rezó. Sin embargo, con una sola introspección, con una sola vez que pensó en arrepentirse, en hacer teshuvá, ¡se le borran todos sus pecados! Imagínense entonces el poder que tiene la teshuvá. El pecador ni siquiera ha dado aún un paso concreto para corregirse a sí mismo; él meramente piensa “Hace ya mucho tiempo que no me estoy portando bien y la verdad es que lo lamento. A partir de hoy, quiero mejorar mi comportamiento y cumplir con los mandatos de Hashem”.

La mera idea de hacer teshuvá contiene los cuatro elementos fundamentales de la teshuvá: la confesión, el arrepentimiento por los actos cometidos en el pasado, el cese del mal comportamiento y la decisión de mejorar. Con un solo pensamiento positivo, todos sus pecados son borrados y la persona alcanza el status de tzadik, tal como nos enseña la Guemará. Es por eso que decimos en la Amidá: “Bendito eres Tú, Hashem, el Compasivo que perdona en abundancia”. Hashem hace que nos sea fácil hacer las paces con Él. Basta con que la persona simplemente piense en hacer teshuvá y Hashem ya la perdona y la vuelve a recibir con los brazos abiertos.

Las transgresiones entre el hombre y su prójimo son otra historia completamente diferente. Hashem no perdona hasta que el agresor obtenga el perdón de la víctima. Desgraciadamente, la mayoría de la gente tiene gran dificultad para perdonar. Únicamente si son absolutamente sanos desde el punto de vista emocional van a perdonar enseguida, incluso sin que el agresor pida perdón. E incluso en ese caso, el agresor debe pedir perdón y la víctima debe responder en forma explícita y en voz alta: “He aquí que te perdono”.

La realidad demuestra que la mayoría de la gente es muy sensible debido a las experiencias que tuvo en el pasado. Hay personas que sufrieron traumas o tuvieron padres muy críticos que no tuvieron en cuenta sus sentimientos y constantemente los hirieron. La gente es sensible, vulnerable y le cuesta perdonar por ciertos motivos. Por lo tanto, uno debe tener mucho cuidado y evitar cualquier cosa que pueda resultar dolorosa para otra persona. Si alguien ya hirió a otra persona, debe hacer todo lo posible por pedirle perdón y no debe ser negligente en ese sentido.

Todos debemos tomar conciencia de que la principal razón de la continuación de la Diáspora y el exilio del pueblo judío radica en los pecados entra la persona y su prójimo. En el exilio egipcio, apenas el pueblo judío empezó a hacerse eco de los gritos de angustia de los demás, Hashem los redimió. La gente comete el error de pensar que el exilio se prolonga por la falta de observancia de Shabat o por la falta de recato. Es verdad que estos son factores fundamentales para el pueblo judío, pero el factor más crucial que determina nuestro destino como nación es la manera en que nos tratamos los unos a los otros.

Gracias a Hashem, hay una constante mejora en el nivel de cumplimiento de las mitzvot en Israel. Yo suelo viajar por todo el país y veo salas repletas de gente que quiere aprender emuná y acercarse a Hashem. La emuná se está difundiendo por el mundo entero. Pero la relación entre la persona y su prójimo todavía tiene que mejorar mucho. Incluso aquellos que han regresado a Hashem y se han fortalecido en el estudio de la Torá y el cumplimiento de la Torá todavía no son conscientes de que antes que nada debemos focalizarnos en mejorar el trato con los demás. Esa es nuestra principal tarea en este momento.