Respeto

Cuanto menos dominio tenemos sobre nuestras propias emociones, más tratamos de controlar el comportamiento de aquellos que nos rodean...

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Yehudit Channen

Posteado en 15.03.21

Cuanto menos dominio tenemos sobre nuestras propias emociones, más tratamos de controlar el comportamiento de aquellos que nos rodean. Lo gracioso es que al final somos nosotros los que somos controlados. Si pongo a otra persona a cargo de mi ecuanimidad, entonces voy a ser víctima de la forma en que ella se comporte.

 

Conozco a muchos padres jóvenes que ceden ante las locas exigencias de sus hijos porque quieren evitar a toda costa la incomodidad de soportar sus berrinches, en vez de aprender a tolerarlos. ¿Por qué es tan difícil tolerar la frustración y el enojo de un niño? 

 

Tal vez el padre o la madre en el subconsciente piensan que la crianza de los hijos debería ser algo fácil o que el niño siempre debe estar contento. Y si no está contento, es porque no están haciendo bien su rol de padres. A veces los padres mismos tienen fuertes necesidades emocionales y sienten que el hecho de que su hijo esté enojado con ellos, aunque sea momentáneamente, es una grave amenaza a su propia autoestima como padres. En realidad, estar en desacuerdo con un hijo nunca es agradable pero casi nunca es catastrófico!

 

Tu hijo de cuatro años no tiene que aprobar los límites que le pones, no tiene que valorar tu negativa de dejarlo jugar con tu teléfono. De hecho, puedes transformarte en su enemigo, en esa persona que le niega su más profundo deseo! A él no le importa que no le dejes comer azúcar todo el día porque lo amas. Él es mucho más feliz cuando le dejas comer todas las golosinas que quiere.

 

Los padres inseguros tal vez duden de su capacidad de defender su posición frente a sus hijos, de imponer disciplina o de insistir en que se porten de manera adecuada en ciertas situaciones. Todo el tiempo dudan de sí mismos y se dejan manipular. Esa rendición refuerza la rebelión del hijo. Yo conozco a niños que golpean o muerden a sus padres cuando no les dan lo que quieren. Los niños son personitas ansiosas de poder que a pesar de su inocencia y su encanto no van a dudar en controlar a mamá, si aprenden la manera de hacerlo.

 

Los sabios explican que al acercarse los días del Mashíaj, el descaro aumenta. Y la falta de respeto que advertimos en los más jóvenes es una enfermedad espiritual además de ser el resultado de la incapacidad educativa de los padres, mala nutrición, problemas de aprendizaje o enfermedad mental. Aquello que está más allá de nuestro control debemos dejárselo a Dios, pero todo lo que podamos hacer por influenciar a nuestros hijos tenemos el deber de hacerlo.

 

Los padres tienen que entender sus propias inseguridades, su propia necesidad de aprobación por parte de sus hijos pequeños y sus hijos adolescentes. Tal vez debamos examinar nuestro propio temor al rechazo, de dónde proviene y de qué manera nos afecta. Tenemos que cuestionar los límites que les ponemos a nuestros hijos y cómo definimos el concepto de un niño “amable y afectuoso”, a fin de evitar las prácticas nocivas tales como los insultos, las comparaciones y la crueldad, de cualquier forma que sea. Los niños necesitan el confort y la confianza en que sus padres los guiarán en la dirección indicada. Además debemos tratar de criar al niño de modo que sea una persona honesta y con buenas destrezas sociales, para que halle favor a los ojos de los demás.

 

Cuando le enseñas a tu hijo a pedir perdón de buena manera, a compartir sus juguetes, a arrojar la envoltura del caramelo en el tacho de basura, a cederle el asiento a una persona mayor o a ofrecerle una bebida al invitado, le has demostrado mucho más amor y respeto que si cedes ante su insistencia. Cuando limitas el tiempo que él usa en artefactos tecnológicos, debe ser por un genuino interés en sus capacidades cognitivas y espirituales, no porque “el colegio no lo permite”.

 

Al tener hijos nos damos una idea de que lo “siente” Hashem hacia nosotros. Él nos ama incondicionalmente, más de lo que podamos alguna vez imaginar, pero al mismo tiempo, Él espera mucho de nosotros. Tenemos muchas reglas que nos enseñan a comportarnos de la forma debida con Él, con los demás y con nosotros mismos. Cada persona quiere que la respeten y se nos ordena que respetemos a todos, y en especial a nuestros padres. Y si no les enseñamos a nuestros hijos a respetarnos, ellos son los que pierden, no nosotros.

 

Honrar a los padres es una mitzvá que se recompensa con “largura de días”, o sea, una larga vida y además es uno de los mandamientos que da sus frutos principalmente en el Mundo Venidero.

 

Aseguremos una larga vida para los hijos que tanto amamos y ayudémoslos a aumentar su cuenta bancaria en el Banco Divino!

 

 

 

 

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1. silvina

8/18/2018

intervencion de 3ros

a veces los niños no son un problema porque logran obedecer pero sentimientos nocivos de otros como vecinas maestras o madres de otros niños intervienen cuando uno les da una represalia haciendo juego que estan de parte del niño, en verdad, si se meten en esos momentos no quieren el bien de nadie, abiertamente desean que les vaya mal al otro.Por otro lado siento desde hace algunos años que hay una energie contraria a la vida que ejerce poder sobre el ser humano castiga al bueno y perdona al malo

2. silvina

8/18/2018

a veces los niños no son un problema porque logran obedecer pero sentimientos nocivos de otros como vecinas maestras o madres de otros niños intervienen cuando uno les da una represalia haciendo juego que estan de parte del niño, en verdad, si se meten en esos momentos no quieren el bien de nadie, abiertamente desean que les vaya mal al otro.Por otro lado siento desde hace algunos años que hay una energie contraria a la vida que ejerce poder sobre el ser humano castiga al bueno y perdona al malo

3. joomi

5/17/2018

gracias

Solo gracias por tan bellas palabras las guardare en mi corazon por siempre

Gracias por tu respuesta

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