Perdón garantizado

Cada persona quiere que Dios la perdone. Pero para que eso ocurra, uno tiene que perdonar acá en este mundo.

La persona que perdona las ofensas que le hacen merecerá que la Corte Divina la perdone por cualquier cosa que pueda haber hecho mal sin darse cuenta. Por eso, si quieres que te perdonen, entonces ¡perdona! Todo el mundo ama a esa persona que está dispuesta a ceder ante los demás y sabe perdonar. Y si lo aman aquí en este mundo, es señal de que lo aman Arriba. Pero si la mala inclinación incita a la persona a que no perdone, entonces, medida por medida, Hashem tampoco la va a perdonar a ella. Y si la persona que no perdona afirma que está justificada en lo que hace, Hashem le responderá de la misma manera.

Y lo principal: que estés dispuesto a perdonar. Si no, te quedas envuelto en un círculo vicioso de problemas. Pero si perdonas con todo el corazón, Hashem hará lo mismo contigo y te perdonará, medida por medida, y quedarás limpio de todo pecado.

Todo el que desee acelerar la Gueulá, la completa Redención de nuestro pueblo, debe perdonar sinceramente a todo el que le haya hecho algún daño. El autor del “Olat Tamid” escribe que si alguien te causó aflicción de una manera determinada y tú lo perdonas, tienes que imaginarte que si ahora te encontraras con esta persona, la saludarías con afecto y la tratarías con amabilidad y cariño como si jamás te hubiese hecho nada malo. No basta con perdonar. Una vez que perdonamos a alguien, debemos hacer el esfuerzo de tratarlo de la mejor manera posible.

En realidad, con cada persona que conocemos, tenemos alguna rectificación que hacer de encarnaciones anteriores. Una vez alguien estaba haciendo “dedo” y subió a mi auto. Yo le sonreí y le hablé con afecto. Pensé en pedirle que me perdonara pero temí que se burlara de mí. Después pensé que es buena idea pedirle a toda persona que uno conoce que lo perdone, porque tal vez hay cuestiones irresueltas de encarnaciones anteriores. Por eso, siempre conviene corregir lo que haga falta en esta vida y archivar el caso, para que no haga falta otra reencarnación adicional a fin de rectificar las faltas cometidas.

Una maestra me contó que tiene en su clase dos alumnas que se portan muy mal. Yo le dije: “Invítalas a tu casa. No las enfrentes en forma directa. Esta es una rectificación del alma para ti; es evidente que tienes algo que rectificar con ellas de alguna vida anterior. Tal vez les hiciste daño de alguna forma. Todo es medida por medida. Nada es porque sí. No pienses que si eres de buen corazón ellas se van a aprovechar de ti o te van a atormentar todavía más. Eso es lo que piensa la persona que no vive según la Torá.

Y no te les enfrentes. Hazles el bien; demuéstrales afecto y acércalas de buena manera. Perdónalas, porque al fin y al cabo son unas pobres muchachas. Si no las perdonas, te puedo asegurar que ellas van a estar en graves problemas. Tenles compasión. Tú eres una persona adulta e inteligente mientras que ellas son dos adolescentes insensatas. Tú tienes la capacidad de superar esta situación”.

La maestra siguió mi consejo y me contó que percibió una tremenda mejora.

Teniendo en cuenta lo antedicho, nuestros sabios codificaron una plegaria que todos deberían decir cada noche junto con el rezo de Shema Israel antes de ir a dormir:

“Amo del universo, he aquí que perdono de todo corazón a todo aquel que me haya hecho daño, me haya hecho enojar o haya pecado contra mí, ya sea dañando mi cuerpo, o mis finanzas, o mi dignidad o cualquier cosa mía, ya sea de forma intencional o ya sea porque se vio forzado, ya sea por accidente o a propósito, ya sea en palabra o en acto, ya sea en esta vida o en cualquier encarnación anterior, a cada hijo de Israel…”.

Vale decir que yo perdono a toda persona, tanto si está presente en este mundo como si ya ha fallecido…

“y que nadie sea castigado por mi causa”.

Por lo tanto, yo perdono a todos de todo corazón. Nuestros grandes líderes espirituales nos piden que recitemos esta plegaria a diario con total sinceridad. ¡Hazlo y vas a dar las gracias de haberlo hecho!