El milagro del tefilín

Uno nunca sabe el efecto que pueden tener los libros y los CDs de emuná en las vidas de las personas a las que llegamos...

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Rabino Lazer Brody

Posteado en 15.03.21

Uno nunca sabe el efecto que pueden tener los libros y los CDs de emuná en las vidas de las personas a las que llegamos, y en especial a aquellas que están tras barrotes. Y como testimonio, queremos compartir con ustedes esta carta que hemos recibido en nuestra redacción varias semanas después de haber sido escrita. La escribió uno de los presos judíos de Texas con los que estamos en contacto:

                         

Estimados Rabinos Shalom Arush y Lazer Brody:

 

Muchas gracias por haberme enviado el libro En el Jardín de los Milagros. Yo tengo a decir verdad mi propia historia milagrosa que quiero contarles, y que pueden publicar si así lo desean.

 

Recuerden que en todo el sistema penitenciario de Texas hay solamente seis personas que tienen en su posesión un par de tefilín. En mi unidad, yo soy el único.

 

Y ahora, mi historia:

 

La mañana antes de este pasado Yom Kipur (9 de Tishrei de 5779), yo estaba rezando con mis tefilín puestos cuando se me acercó un oficial de policía y me preguntó qué estaba haciendo. No sabía lo que eran los tefilín. Esto suele suceder a menudo y yo siempre le explico a la gente que me pregunta, y entonces me dejan en paz. Pero esta vez el oficial no me dejó en paz sino que fue a buscar a más policías, de mayor rango.

 

Yo me puse muy nervioso, porque podía terminar en un confinamiento solitario y con los tefilín confiscados. Pero como yo siempre leo los libros del Rabino Shalom Arush y sé que todo sucede en el momento indicado: acababa de festejar Rosh Hashaná y ahora ¿acaso mi Yom Kipur se iba a arruinar? “Por supuesto que no”, me dije a mí mismo, recordando todo lo que había aprendido en los libros.

 

Me puse a cantar, a bailar y a darle las gracias a Hashem por esta prueba de emuná, tal como enseña el Rabino Arush. Mientras tanto, llegaron dos sargentos que pensaron que yo era un preso violento y actuaron en forma muy agresiva conmigo. Pidieron ver mis papeles de propiedad de los tefilín, y se los entregué (en Texas todas las posesiones de los internos tienen que estar documentadas). Mientras revisaban los papeles, yo me puse a cantar: “No entiendo nada, no entiendo nada, sólo sé y tengo fe que todo es para bien”

 

Los dos sargentos me quitaron los tefilín y me escribieron documentos de confiscación, informándome que posiblemente nunca más iba a volver a ver mis tefilín. Yo me quedé muy deprimido, porque mis tefilín son mis mejores amigos. Y cuando te confiscan algo acá, hay menos de 5% de probabilidades de que te lo devuelvan.

 

Yo estaba empecinado en pasar un buen Yom Kipur pero la mala inclinación me gritó en el oído todo el día. Al terminar la plegaria de Neilá, toqué mi shofar, poniendo fin al ayuno.

 

¿Y cuál fue el milagro? Tres días consecutivos después de Yom Kipur Le di las gracias a Hashem por haberme quedado sin tefilín. “Si Tú así lo decidiste, Hashem, entonces lo acepto con alegría”.

 

El viernes vi al guardia de la unidad penitenciaria en el hall y le pedí hablar unos minutos. ¡Y aceptó! Le conté lo sucedido y me dijo que se iba a fijar qué podía hacer.

 

En Shabat la directora del edificio vino directamente a mi celda a traerme un lulav que me envió el Rabino Goldstein de Jabad. Cunado le conté lo que pasó con los tefilín, me garantizó que los iba a recibir de regreso dentro de 48 horas. Enseguida empecé a darle las gracias a Hashem.

 

Al lunes siguiente, menos de 48 horas más tarde, mientras estaba rezando el rezo matutino, llegaron dos oficiales que me escoltaron al despacho de la directora, que me dio nuevos formularios de propiedad y me devolvió los tefilín, pidiéndome que le mostrara cómo se colocan y qué significan. Así lo hice, delante de todo un grupo de oficiales. La directora me aseguró que nunca más me los iban a quitar.

 

Estimados Rabinos, no sé si ustedes saben, pero en Texas no se trata a los presos con tanta amabilidad. Yo soy el único judío acá, pero Hashem en Su infinita compasión me envió esta prueba para que pudiera santificar Su Nombre.

 

Qué habría sucedido si me hubiera puesto a patalear y gritar, o a gritar y llorar? Me habrían enviado de nuevo a confinamiento solitario en Yom Kipur y Sucot sin tefilín. Pero al darle las gracias a Hashem, tuve felices fiestas y recuperé mis tefilín! ¡Qué gran milagro!

 

Gracias, Rabinos, por habernos dado las llaves que abren los manantiales de la emuná. Que Dios los bendiga por todo lo que hacen y gracias por permitirme compartir mi historia.

 

DHG, Unidad Ramsey, Prisión del Estado de Texas.

 

 

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1. Estrella Pachman

3/15/2021

Muchas gracias por compartir esta bella real y motivadora historia.

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