La zona de confort

Créanme si les digo que no sé dónde voy a estar mañana, ¿quién puede asegurarlo? Damos por hecho que cada día amanece, nos levantamos, vamos al trabajo, comemos, descansamos, dormimos y vuelta a empezar. Espero que alguna vez se hayan parado a pensar en el hecho de que nada está garantizado, simplemente nos acostumbramos a la rutina.

Para algunas personas, levantarse por la mañana y encontrar que tienen un resfriado y no se sienten bien es algo que les da la vuelta por completo a su rutina. Puede que tengan niños que llevar a l colegio, una reunión importante en el trabajo o cualquier otra cosa que no puede esperar. O bien puede que simplemente tengan que afrontar un día de trabajo un poco más duro y luego volver a casa y relajarse frente al televisor con una taza de té caliente. La realidad de cada uno de nosotros es muy diferente. Hay algunas personas a las que levantarse con el resfriado les resulta especialmente doloroso puesto que no tienen dinero para comprar medicinas, no tienen seguro médico o viven en un lugar como Venezuela en el que ni siquiera tienen la opción de optar a conseguir medicinas por algo tan simple como un catarro.

La cuestión es que siempre damos por sentado que al día siguiente amanecerá y saldrá el sol de nuevo y esto es algo por lo que deberíamos estar agradecidos. La madre que se levanta y se encuentra enferma debe agradecer por tener una familia de la que cuidar, el soltero agradece que cuando vuelve a casa encuentra la paz que necesita y no hay nadie que le ande molestando con sus requerimientos o caprichos, y el que no tiene dinero para comprar las medicinas agradece que la enfermedad que tiene sea un simple resfriado y no algo peor.

En cada una de estas circunstancias siempre se puede ver lo bueno de la situación. Hay que detenerse y pensar todas las cosas que tenemos y por las que debemos agradecer. Por la familia, por el trabajo, por la salud, por el dinero, por el sol, por la lluvia, por los árboles… puedo llenar hojas y hojas con todas las cosas con las que HaShem nos regala cada día y de las que no nos damos apenas cuenta. Estamos, simplemente, malacostumbrados como los niños mimados que dan por sentado que van a recibir todo lo que quieren. Si ayer amaneció y fue un día espléndido, ¿por qué no iba a serlo hoy? Si ayer tenía un trabajo maravilloso donde había una atmósfera de trabajo increíble, donde había respeto y amabilidad, ¿por qué iba a cambiar eso en algún momento? Pues sí, las cosas cambian. Por eso tenemos que agradecer a Di-s por darnos cada fantástico día que nos permite disfrutar.

No hay que dar las cosas por hechas, HaShem tiene planes para nosotros y puede que en esos planes no esté contemplado que sigan viviendo en la misma casa maravillosa o que continúen trabajando en ese cómodo puesto que les retribuye un generoso salario mensualmente. Puede que HaShem tenga reservado para ustedes una casa aún mejor, ya no maravillosa sino súper-maravillosa y que tengan un trabajo aún más cómodo y con un salario aún mejor. Lo importante es estar abiertos al cambio y dejarse llevar. HaShem sabe por qué suceden las cosas en nuestra vida y lo que debemos hacer es aceptar la Superioridad Divina y tener plena consciencia de que lo que suceda para nosotros será siempre lo mejor, el plan perfecto que nuestro Creador tiene reservado para nosotros.

Los cambios duelen, las transiciones son molestas, salir de la zona de confort es pesado e incómodo pero una vez que se pasa este trance nos damos cuenta de que estamos mucho mejor que antes. No se preocupen, dejen a HaShem hacer Su maravillosa labor en nuestras vidas y déjense guiar, agradeciendo siempre por cada paso del camino que tenemos la oportunidad de dar y disfruten la experiencia con una sonrisa.

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