Los Altibajos

Si no das las gracias por los tropiezos espirituales, eso es señal de que piensas que el que fracasó fuiste “tú”…

4 Tiempo de lectura

Rabino Shalom Arush

Posteado en 05.04.21

En las cuestiones materiales, tales como el sustento y la salud, es evidente que tenemos que tener la firme convicción de que todo lo que sucede proviene de Hashem, pero en verdad no todos son conscientes de esto. Debemos recordar que ocurre lo mismo en el ámbito espiritual. Todo aquello en lo que no te va bien, en lo que el instinto al mal te supera, cada dificultad, cada tropiezo – tienes que saber que todo eso es “Yo soy Hashem”. El principio de que todo proviene de Él se aplica a todas las cosas, tanto físicas como espirituales. Si uno supiera que su instinto al mal y toda la lucha que este le presenta proviene todo de Hashem, no dejaría de dar las gracias por todo y además reaccionaría del modo correcto y entonces tendría el mérito de rectificar todas sus faltas y ascender en la escala espiritual.

 

Sin embargo, en lo que a espiritualidad concierne, a la persona le cuesta reconocer que todo proviene de Hashem. Uno dice en el corazón: “Yo tengo libre albedrío y tenía la capacidad de elegir el bien, pero al final elegí el mal; es todo por mi culpa”. Por eso tenemos que estudiar una y otra vez el principio de la Guemará, según el cual, a menos que Hashem ayude, uno no puede superar a su instinto al mal. Esto significa que la persona necesita que Hashem la ayude también en los asuntos de libre albedrío. Es por eso que antes de hacer algo, uno tiene que recordar que necesita que Hashem lo ayude a tener éxito y evitar el fracaso. Y cuando fracasa, tiene que saber que Hashem no lo ayudó. Si ya fracasó, tiene una nueva manera de ejercitar su libre albedrío: pensar, Dios no lo permita, que ahora tampoco necesita la ayuda de Hashem, lo cual hace que se eche la culpa de su fracaso y caiga en la auto-persecución. Y la consecuencia de todo esto es muy clara: uno se deprime y se aleja de Hashem y de la plegaria.

 

Ahora bien: la otra opción que tiene es saber que necesita la ayuda de Hashem y pedirle a Él que le permita saber que el motivo por el cual fracasó en primer término fue porque Hashem no lo ayudó, y entonces preguntarle por qué no lo ayudó.

 

Cuando uno quiere entender qué es lo que Hashem espera de él, primero tiene que decirle gracias por cada tropiezo espiritual. Uno puede preguntarse: “¿Acaso tengo que decir gracias por haber transgredido y hacer lo contrario de lo que quiere Hashem de mí?” Esta pregunta surge de no saber lo que significa “dar las gracias por los tropiezos”. Obviamente que uno no se alegra de sus faltas y no dice “gracias por el pecado que acabo de cometer”. Una falta es una falta y uno tiene que sentir remordimiento y arrepentirse. Siendo así, entonces ¿de qué tenemos que dar las gracias? Tenemos que dar las gracias por el conocimiento que hemos adquirido. Porque gracias a este fracaso, uno se despertó y tomó conciencia de que necesita la ayuda de Hashem. Uno da las gracias por la emuná y el conocimiento que adquirió a través del fracaso.

 

El conocimiento de la emuná es que uno no tiene el poder de superar el instinto del mal a menos que lo ayude Hashem. Si no te fue bien en algo, entonces tienes que admitir que Hashem no te ayudó. Si Hashem no te ayudó, entonces esto ciertamente es para bien, porque todo lo que Hashem hace lo hace para bien. Le das las gracias porque Él te despertó y te acercó a Él al no ayudarte. Y si no das las gracias por las caídas espirituales, es señal de que piensas que “tú” fuiste el que fracasó, o sea, que tú piensas que eres un ente real y que de ti depende fracasar o tener éxito, lo cual es una forma de arrogancia y ateísmo. Dios esa manera, uno nunca puede tener éxito ni progresar, ya que quiere triunfar “él solito”, sin reconocer la verdad: que todo es solamente Hashem. En términos prácticos, uno está viviendo una gran mentira y la única marca real de que “Yo soy Hashem” es dar las gracias por todo, lo cual constituye el primer paso rumbo a la genuina rectificación.

 

Es por eso que uno necesita por lo menos una hora diaria de hitbodedut, plegaria personal, para arrepentirse de sus faltas y auto-evaluarse cada día. Esto lo va a hacer vivir la realidad de Hashem, de que todo es “Yo soy Hashem” y dar las gracias por todo y pedir perdón. Está prohibido quedarse con el sentimiento de “perdón, pequé…” y dejarlo ahí. En lugar de eso, debemos entender que el pecar es lo que quiso Hashem para uno en ese momento, porque Hashem no lo ayudó, para poder enseñarle emuná. Y con cada falta primero tenemos que dar las gracias y decirle a Hashem: “Gracias por no ayudarme, porque así puedo internalizar el conocimiento de que no puedo lograr nada sin Ti. Que siempre Te necesito. Incluso en el ámbito espiritual, necesito Tu ayuda para poder elegir como es debido. Y cuando tropiezo, ayúdame a elegir a aprender emuná en vez de caer en la depresión”. Recién cuando uno internaliza todo esto, puede pedirle a Hashem que lo ayude a no tropezar en el futuro y pedirle que lo ayude más. Y de esa manera va a aprender a vivir la realidad de Hashem en cada situación y a acercarse a Hashem en todas las pruebas de la vida. De esa manera, la caída resulta ser la más grande ascensión de todas!

Escribe tu opinión!

1. Serafin

1/21/2024

todos los dias pido ayuda a hashem si no me ayuda ¿es por mi bien ? le pido sustento de que voy a vivir

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario