Feigui Jana, q.e.p.d

Nota del Editor: Las palabras que siguen fueron dichas por nuestro amado rabino y maestro el Rabino Shalom Arush tras el funeral de su pequeña nieta Feigui Jana, el domingo 25 de enero de 2015 en Jerusalén, en respuesta a un periodista de los medios de comunicación que le había preguntado: “¿Cómo explica la trágica muerte de un bebita de apenas dieciocho meses que jamás cometió una falta en toda su vida?”. Y esta es la respuesta del Rabino Arush:

¿Tú tienes una pregunta? ¡Yo tengo miles de preguntas! ¿Por qué la gente no se respeta los unos a los otros? ¿Por qué la gente siempre está tan dispuesta a dañarse el uno al otro? ¿Por qué la gente no se juzga el uno al otro en forma favorable? ¿Por qué la gente no es considerada entre sí? ¿Quieres que siga? Tengo muchísimas preguntas por responder…

¿Por qué la gente se fija en lo que pasa en el mundo en vez de fijarse en ellos mismos y darse cuenta de que el pueblo judío no se lleva bien entre sí? Yo no me ocupo de política, ni tengo nada que ver con la política, pero fíjate lo desgarrados que estamos por los enfrentamientos, las disputas y las peleas sin sentido. En vez de estar todos unidos, estamos divididos en un montón de facciones menores. No hace falta que entre en detalles, todos sabemos perfectamente lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.

Cada padre y cada madre quieren ver que sus hijos se llevan bien entre sí. Hashem es nuestro Padre y nos ama muchísimo más de lo que podemos siquiera imaginar. Y al igual que cualquier padre, Él quiere solamente lo mejor para Sus hijos. Pero nosotros tenemos que contar con un recipiente en el que poder recibir toda esa abundancia Divina, todos esos regalos que el Creador nos quiere dar. Ese recipiente es el amor y la paz. Todo el mundo depende del amor y la paz. Allí no donde no hay amor ni paz, el mundo se transforma en un lugar terrible. De hecho, ni siquiera puede existir. No ha de extrañarnos, por lo tanto, que nos dé la impresión de que el mundo entero se está viniendo abajo…

Muchos grandes tzadikim sufrieron la terrible pérdida de hijos pequeños – Rabí Najman de Breslev, Rabí Meir Baal Hanes, Rabí Yojanan, por nombrar unos cuantos. Tal como escribí en el libro En el Jardín de la Fe, hay algunas almas que llegan a esta tierra por un breve lapso y cuando llevan a cabo la misión que les fue asignada, entonces se van de este mundo.

La muerte de mi nietita es sin lugar a dudas una expiación por toda la controversia existente dentro del Pueblo Judío, por la falta de amor y la falta de paz. Y la razón por la cual la gente no se lleva bien es porque les falta emuná. Si todos estuvieran contentos con lo que les tocó en la vida, entonces viviríamos en paz y armonía. La emuná hace que la persona  sea feliz  con lo que tiene y no trata de quitarle al otro. Por lo tanto, la emuná es la clave para alcanzar la paz, no sólo entre nosotros, sino incluso a nivel mundial.

En lo que a emuná refiere, no hay ninguna diferencia entre judío y no judío; todos por igual tenemos el deber de creer en el Dios Único. Sin embargo, en lo referente a los preceptos de la Torá, nosotros, los judíos, tenemos 613 preceptos o mitzvot que cumplir, mientras que los no judíos tienen el deber de cumplir solamente siete. Y dado que no existe ninguna diferencia entre nosotros en lo que a emuná respecta, tenemos la obligación de enseñar la emuná a nivel mundial. Ya hay decenas de miles de personas que leen mis libros en todo el mundo. Ellos también tienen que aprender a tener emuná y es nuestra tarea enseñársela.

Sí, yo lloro, y siento un tremendo dolor. Este Shabat que acaba de pasar, mi nietita estuvo en mi casa, con nosotros. Sin embargo, yo acepto el decreto del Creador con absoluto amor y sin ningún cuestionamiento en absoluto. Él es Justo y Compasivo y todo lo que hace es absolutamente para bien, sin el menor rastro de duda. Esto es algo que tiene que estimularnos a traer más amor y más paz al mundo. Nosotros lo hacemos difundiendo la emuná. Esta es una solemne responsabilidad para todos nosotros. Y ojalá tengamos el mérito de vivir en un mundo de paz y de amor, y que nadie tenga sufrir más. Amén.