Actitud de gratitud

Vinimos a este mundo a cultivar una relación con nuestro Creador.

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Gedale Fenster

Posteado en 15.03.21

Se cuenta la parábola de un hombre que se dio cuenta de que se había encerrado en el techo de un edificio. Con la esperanza de que alguien viniera en su ayuda, tomó algunas monedas del bolsillo y las arrojó a la calle. Cada vez que caía una moneda en el suelo, el transeúnte la agarraba, se la guardaba en el bolsillo y seguía caminando. El hombre se dio cuenta de que ya casi no le quedaban monedas y en su desesperación por llamar la atención de la gente empezó a tirar piedras a la calle. Al ser golpeado por una de esas piedras, un transeúnte dio un grito y miró hacia arriba para ver de dónde había caído la piedra.

 

En esta vida somos como los transeúntes que pasan por la calle. Cada vez que nos arrojan “monedas” de arriba, sonreímos por la buena suerte y seguimos caminando. Pero cuando recibimos una “piedra” entonces gritamos, lloramos, miramos hacia arriba y tratamos de descubrir por qué nos tiraron esa piedra.

 

Vinimos a este mundo a cultivar una relación con nuestro Creador. Cuando lo hacemos, nos damos cuenta de que todo lo que nos pasa en la vida es una expresión de Su amor hacia nosotros y que cada obstáculo que enfrentamos es por nuestro propio beneficio. Nuestra percepción del bien y del mal es relativa a nuestra fe en el plan de Dios. Al expresar gratitud cuando el amor de Dios hacia nosotros se manifiesta tanto con compasión como con juicio, estamos transmitiendo la mayor expresión de emuná posible.

 

Sin embargo, por naturaleza, el ser humano tiene tendencia a olvidar los buenos momentos y a conectarse con Hashem cuando surgen las dificultades. Cuando nos sentimos abrumados por nuestras muchas cargas y enfrentamos obstáculos aparentemente insuperables, muchas veces nos cuesta reconocer las numerosas bendiciones que hemos recibido. Sin embargo, es precisamente en esos momentos de oscuridad que necesitamos enfocarnos en la luz que tenemos en otras áreas de la vida.

 

En vez de enfocarnos en la injusticia de todo, podemos atraer abundantes bendiciones sintiendo alegría a pesar de las dificultades que enfrentamos. Y esta alegría se puede alcanzar si nos concentramos en los regalos que tantas veces damos por sentados, como por ejemplo, la capacidad de utilizar nuestros cinco sentidos, la movilidad de nuestros miembros, el hecho de tener agua potable para beber, etc. Una vez que empezamos a dar pequeños pasitos en ese rumbo, podemos recanalizar esa energía de la falta de esperanza hacia la plegaria y la conexión con Dios, atrayendo así más luz a los lugares oscuros de nuestra realidad.

 

Cada dificultad es un catalizador para el crecimiento y una oportunidad de fortalecer nuestro lazo con el Creador. Es una oportunidad para llamarlo y rezar, de pedir por la capacidad de superar cada obstáculo, de conectarnos con Él en lo bueno y en lo malo, la lucidez para reconocer la fuente de nuestras bendiciones, y el coraje de construir una relación con Él basada en la gratitud.

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