La Fe es Plegaria
"Porque la plegaria está por sobre lo natural. Las leyes de la naturaleza obligan que las cosas sean de una forma, y la plegaria las cambia...".
"Porque la plegaria está por sobre lo natural. Las leyes de la naturaleza obligan que las cosas sean de una forma, y la plegaria las cambia…".
En verdad, todo hombre tiene fe, sólo que la mayoría de la gente no la “vive”; no sabe cómo activar la enorme fuerza, la más fuerte y única que tiene en este mundo, la fe. Porque la esencia del poder de la fe se expresa sólo cuando el hombre, por medio de ella, habla con el Creador sobre todas sus necesidades. Si la fe del hombre no lo lleva a conversar con el Creador, no es una fe completa. Por lo tanto, siempre que hablamos de fe, su significado es la plegaria.
La fe es plegaria, como está escrito (Éxodo 17:12): “Y sus brazos (de Moisés) se mantuvieron elevados con fe” – y su explicación es que sus manos estaban extendidas en plegaria. Debemos saber que la plegaria está por sobre lo natural. Las leyes de la naturaleza obligan que las cosas sean de una forma, y la plegaria las cambia. Para esto se necesita fe, para tener la creencia que hay un Creador y en su mano el poder de innovar cada cosa según Su Voluntad.
Hay varias faltas que impiden al hombre vivir con fe:
• La falta de creencia en la existencia del Creador en forma perceptible y activa, es decir que no reconoce que Él existe y supervisa cada detalle de su vida. Su fe se resume en que hay un Creador del Universo y en su opinión, Él está ahí en algún lugar en el Cielo y no interviene en la vida diaria del hombre. Por eso, no piensa en dirigirse a Él ni cuando tiene una gran necesidad.
• La falta de creencia que cada persona tiene la fuerza y el derecho de dirigirse al Creador en un idioma simple, pedirle ayuda en cada asunto, asesorarse con Él, contarle sus angustias y participarlo en todas sus cosas.
• La falta de creencia que el Creador escucha sus plegarias y las de toda criatura.
• La falta de creencia que el Creador lo ama y que quiere ayudar a cada criatura, especialmente a quien se dirige a Él y le habla.
• La falta de creencia que la Misericordia, la Benevolencia y la Bondad del Creador no tienen límites, ni cantidad ni medida y que Su infinita Compasión es suficiente para ayudarle en cada situación – también cuando no se lo merece.
Debemos creer que el Creador nos ama siempre, espera escuchar nuestras plegarias, atiende cada palabra que sale de nuestra boca, quiere ayudarnos y beneficiarnos. Debemos creer que toda la finalidad de la Creación se debe a que Él quiso favorecernos y compadecerse de nosotros. El más grande placer que tiene el Creador es que el hombre tenga todo lo bueno y que prospere en la vida. Esto es lo que hace crecer Su Gloria. El Creador posee una infinita e ilimitada Misericordia que puede ayudarnos y salvarnos hasta en la más dura situación, aunque no lo merezcamos – sólo dirigiéndonos a Él.
El hombre que cree en esto, ciertamente se dirige al Creador en cualquier momento, le cuenta todo lo que le pasa y todas las dificultades que tiene, le agradece, le pide cada cosa que le falta y se aconseja con Él.
La fuerza de la plegaria
¡Debes comprender bien! Si tuvieras una verdadera fe, podrías conseguir en tu conversación con el Creador, con tus simples palabras, toda la salvación que necesitas, sin ninguna limitación natural. Por medio de la plegaria se puede conseguir todo, hasta modificar las leyes de la naturaleza. Así como el Creador es todopoderoso, todo el que se dirige a Él será todopoderoso. Como vemos en el Pentateuco que está lleno de sucesos sobre los líderes del pueblo de Israel y sus profetas, quienes hicieron milagros y prodigios completamente sobrenaturales – todo mediante la fuerza de la plegaria.
Hasta a la criatura más pequeña y miserable – el Creador escucha y ve, le supervisa, quiere su bien y siempre está dispuesto a ayudarle. Inmediatamente cuando la criatura se dirige al Creador con fe, con el objetivo de conocerlo y acercarse a Él, con sus propias palabras, con completa sencillez, podrá conseguir con su pedido cada cosa y reparar toda imperfección que exista. Pues por medio de la plegaria que se reza con completa fe, supuestamente activamos al Creador a cumplir nuestro pedido.
Debemos acordarnos de la regla siguiente: Siempre que hay una carencia – o no se rezó nada sobre ella, o se rezó poco, el significado es que si el hombre rezara suficientes plegarias, podría reparar cualquier imperfección.
¿Cuál es la explicación de esto? Existe una ley espiritual, que no es menos infalible que las leyes conocidas de la naturaleza, que toda plegaria que reza el hombre cuyo objetivo es conocer y acercarse al Creador, es eficaz. Sólo que hay algunas cosas que necesitan una cantidad determinada de rezos, y hay otras que necesitan otra cantidad, pero ciertamente que una gran cantidad de rezos es eficaz en todos los casos. Si el hombre cree en esto, prolongará sus plegarias lo necesario y recibirá su pedido, como dijo un gran Sabio: “Quien prolonga su plegaria – su plegaria no vuelve vacía”.
Y así vimos en Moisés: cada vez que le ocurría una desgracia al pueblo de Israel, incluso cuando Di-s por Sí Mismo quiso destruirlo – rezó hasta que logró anular el Juicio Divino. Y no sólo eso, sino que incluso recibió en cambio un buen regalo, una extraordinaria salvación para el Pueblo Elegido.
Cuentan los antiguos Sabios que cuando se le decretó a Moisés no entrar en la tierra de Israel, ¡rezó 515 plegarias! Él rezó y suplicó hasta que Di-s Mismo le dijo (Deuteronomio 3:26): “¡Es suficiente para ti! No Me sigas hablando de esto”. Entendemos aquí, que si Moisés hubiera agregado una plegaria más supuestamente hubiera debido Di-s recibirla y permitirle entrar en la Tierra de Israel, en caso contrario no le hubiera ordenado que deje de rezar. Debido a que el Creador no quiso que Moisés entrara en la Tierra Prometida, le impidió seguir rezando, y Moisés Le obedeció.
¿Por qué entonces el Creador esperó que Moisés rezara todas esas plegarias menos una, y sólo después lo detuvo? La primera razón es debido al placer que le dieron las plegarias de Moisés, y la segunda es porque Él quería usarlas para ayudar al pueblo de Israel a entrar en la Tierra Santa.
El resultado de lo antedicho es que mientras el Creador no ordena al hombre interrumpir su plegaria, ¡el hombre puede y necesita rezar hasta recibir su pedido!
Todo esto es relevante para el hombre cuya intención y voluntad es cumplir su propósito en la vida, que es conocer y acercarse al Todopoderoso, y entonces seguro que toda plegaria suya es aceptada. Pero el hombre que reza sobre cosas contrarias a la Voluntad del Creador, que no se sorprenda si sus plegarias no son recibidas y todavía conseguirá Su Ira. ¿Esto a qué se parece?
Al hijo que pide a su padre: “Dame cien mil dólares”. El padre le pregunta: “¿Para qué necesitas tanto dinero?”. “Para comprar muchos camiones llenos de basura, ensuciar tu casa y luego destruirla”, contesta el hijo.
Por supuesto que este padre no sólo no le da el dinero que pidió, sino que también se enojará por su gran desvergüenza.
Lo mismo pasa con el hombre que pide al Creador que le conceda malos deseos y apetitos, que le de suerte para hacer sólo más transgresiones y pecados, destruyendo y ensuciando al mundo.
Por otro lado, la plegaria del hombre cuya intención es acercarse a Él y conocerlo, construye el mundo y lo embellece, y por supuesto que el Creador se alegra con su plegaria y la recibe. Y también si su pedido no es recibido inmediatamente, es debido a que Él está sediento y añorando más plegarias como esas. Y como ya fue dicho, cada pedido tiene una cantidad de plegarias que es necesario rezar para recibir.
Continuará…
(Extraído del libro "En el Jardín de la Fe" por Rabi Shalom Arush, Director de las Instituciones "Jut Shel Jésed" – "Hilo de Bondad")
1/30/2019
gracias
Solo darles las gracias, muchas gracias; qué alivio escuchar que Dios escucha y cumple cuando le pedimos que nos ayude a conocerlo y a cambiarnos según su siempre buena Voluntad.
1/30/2019
Solo darles las gracias, muchas gracias; qué alivio escuchar que Dios escucha y cumple cuando le pedimos que nos ayude a conocerlo y a cambiarnos según su siempre buena Voluntad.