Anatomía de una maldición – Balak

Puede que no temamos las amenazas físicas, pero ciertamente debemos preocuparnos por un mundo que nos niega el derecho a expresar la esencia de nuestras almas judías.

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Rabino David Charlop

Posteado en 04.07.22

Maldecir a una persona es un acto vicioso. Maldecir a toda una nación refleja una enfermedad. Escribo estas palabras mientras viajamos por los pueblos de Polonia. Hace aproximadamente setenta años, la Alemania nazi, con la ayuda directa de los polacos, ucranianos, lituanos y demás naciones vecinas, perpetró los crímenes más horrendos jamás cometidos contra el pueblo judío y la humanidad. Y mientras estos crímenes tenían lugar, el resto del mundo “civilizado” permaneció en silencio.

Sinceramente, como residentes de una sociedad libre y abierta, nos resulta casi imposible imaginar este tipo de odio insano. El debate acerca de la naturaleza del antisemitismo va más allá del alcance de este artículo. El tema que me gustaría tocar es la naturaleza de la maldición que estuvo a punto de producirse, tal como se relata en la lectura de la Torá de esta semana. ¿Qué ocurrió y cómo podría habernos afectado si aquella maldición hubiera surtido efecto?

Para responder a estas preguntas, podemos recurrir a una famosa idea jasídica basada en un comentario escrito por Tosefot, un grupo de grandes eruditos talmúdicos de la Edad Media. Estas ideas pueden proporcionarnos una importante visión de la intención de Bilaam, el personaje principal de nuestra parashá, cuando este trató de maldecir al pueblo judío.

Esta semana leemos que Balak, el rey de Madián, se encontraba en un estado de pánico cuando el pueblo judío se dirigía a la tierra de Israel. Temiendo por sí mismo y por su país, su plan era contratar a la mayor figura espiritual no judía de aquella época, Bilaam, para que maldijera al pueblo judío, reduciendo así sus posibilidades de alcanzar la victoria. Bilaam aprovechó la oportunidad, esperando causar el máximo daño. De hecho, el Talmud nos informa que, de haber tenido éxito, Bilaam tal vez habría sido capaz de eliminar al pueblo judío, Dios no lo permita. ¿Cómo pudo llevar a cabo este terrible plan? Según el Talmud, cada día hay un momento en el que la ira de Hashem llega a su máxima expresión. Bilaam conocía ese momento, y si él nos hubiera maldecido durante ese momento, el daño habría sido terrible.

El Talmud indica que este momento fue, de hecho, sólo una fracción de segundo. Lo que se preguntan los comentaristas llamados Tosefot es qué tipo de maldición podría haberse perpetrado que hubiera sido tan devastadora. A esto, responden que Bilaam pudo haber dicho la palabra hebrea “Kalaim”. El simple significado de esta palabra significa “acabar con ellos”. Una devastación total, el Cielo no lo permita. Somos conscientes de que hubo épocas, especialmente el Holocausto, que reflejaron periodos de ira Divina y la consiguiente destrucción.

Hay una visión fascinante de los maestros jasídicos que refleja un tipo diferente de destrucción, que posiblemente sea más relevante para nosotros hoy. La palabra mencionada anteriormente se escribe con las letras hebreas “Kaf-Lamed-Mem”. Lo fascinante es que son exactamente las mismas letras que la palabra “Melech”-”Rey” sólo que en el orden inverso (Mem-Lamed-Kaf). Las palabras hebreas están llenas de significado y el hecho de que “Kalaim” (acabar con ellos) y “Melech” (Rey) sean similares contien una lección fundamental para nosotros.

Las diferentes letras hebreas simbolizan diferentes palabras y conceptos. Según los maestros jasídicos, la letra “Mem” representa “Moaj”, la mente. “Lamed” representa el “Lev”-el corazón, mientras que la “Kaf”-el “Kaved”-el hígado, representando a menudo la fuente de la actividad física. El rey judío estaba llamado a dar ejemplo de lo que era el verdadero servicio a Hashem. Su constitución espiritual debía reflejar cómo quiere la Torá que vivamos. La “Mem”-”Moach”-”Mente” estaba en la cima, seguida de “Lamed”-”Lev”-”Corazón” y por último “Kaf”-”Kaved”-”Hígado”. La mente controlaba sus acciones proporcionándole la claridad de hacer lo que dicta la Torá. Luego estaba su rico mundo emocional, como ser, los Salmos del Rey David. Finalmente, su mundo físico era esencial y vibrante, pero claramente estaba al final de su lista de prioridades. La propia palabra “Rey” en hebreo resume la esencia de lo que se supone que es el rey judío.

Por el contrario, Bilaam quería maldecirnos con la palabra que representaba el estado opuesto del ser. Con la esperanza de acabar con el carácter único de los judíos, él quiso poner patas arriba nuestro mundo ideal. Él deseaba efectuar un cambio a través de su maldición que nos hiciera vivir un mundo de “Kaf”-”Kaved”-”Hígado, que nuestro mundo físico fuera primario. Después tenemos nuestro mundo emocional sin control, nuestro “Lamed”-”Lev”-”Corazón” y por último y menos importante, según el intento de maldición de Bilaam, era “Mem”-”Moach”-”Mente”. Él sabía que la mayor maldición que podía perpetrar era hacer que el pueblo judío viviera una vida de vacío, en la que la fisicalidad reinara de forma suprema.

Una de las formas en que nuestros enemigos han tratado de destruirnos es a través de la aniquilación física. La otra es a través de la degeneración espiritual. Si Bilaam hubiera tenido éxito, el noble pueblo judío habría sufrido la maldición de “acabar con ellos” mediante pogromos y holocaustos. Sin embargo, también habríamos sido devastados por vivir una vida sin sentido.

Gracias a la bondad de Hashem, nos salvamos de ser aniquilados física y espiritualmente. En nuestra época, aunque no tememos las amenazas físicas de un Holocausto, aún debemos preocuparnos por los efectos de un mundo que nos negaría la nobleza y la singularidad del alma judía. Que Hashem nos ayude.

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1. Anónimo

7/05/2022

Isaías 41:8 NBV. ¡Pero tú, oh Israel, eres mío, mi pueblo elegido, porque eres la descendencia de Abraham, y él fue amigo mío!

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