La nación atesorada – Reé

Crecemos aprendiendo sobre nuestros “derechos inalienables”. Sin embargo, sorprendentemente, si uno busca en la Torá, no encontramos ninguna mención a estos derechos...

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Rabino David Charlop

Posteado en 22.08.22

Uno de los conceptos más confusos en relación con el pueblo judío es el título de “Pueblo Elegido”. En general, si alguien es elegido, entonces otro no lo es. Nuestra sensibilidad reacciona ante lo que suena como un auto-engrandecimiento chauvinista. Un mandamiento específico que se menciona en la lectura de la Torá de esta semana arroja algo de luz y una perspectiva más amplia sobre esta idea.

Hasta donde yo sé, el término real “Pueblo Elegido” – “Am Hanivjar” no se menciona en ninguna parte de la Torá. Uno de los términos que se utiliza es “Am Segula” – un Pueblo “Segula” (que me gustaría dejar sin traducir por el momento). Aunque encontramos este término en la lectura de esta semana, su primer uso fue en el momento de la recepción de la Torá en el Monte Sinaí. Antes de entregar la Torá, Hashem le transmitió un mensaje a Moisés que este, a su vez, debía transmitirle al pueblo judío sobre las obligaciones y responsabilidades de aceptar la Torá. “Y si escucháis Mi voz y guardáis Mi pacto, seréis para mí una “Segula” de entre todas las naciones”. El Rabino S.R. Hirsch (1808-88) hace referencia a numerosas fuentes que indican que el término “Segula” se refiere a algo que es posesión única de alguien y a lo que nadie más tiene derecho. Se nos dice que un resultado de nuestra voluntad de aceptar la Torá es que nos convertiremos en la “nación atesorada” de Hashem.

La condición de este regalo es que tendremos que intentar dejar de lado nuestras gafas actuales, al menos temporalmente. En la Declaración de Independencia se nos habla de nuestros “derechos inalienables”. Como occidentales, estamos acostumbrados a un mundo basado en los derechos: derechos de las mujeres, de los pobres, etc. Sorprendentemente, si uno busca en la Torá, ¡no se mencionan los derechos! Así es, ¡no hay derechos!

Las nuevas gafas de la Torá nos dan la oportunidad de mirar el mundo en términos de obligaciones o deberes. Estoy obligado a seguir los mandamientos de Hashem, a estudiar Su Torá, a dar caridad, a ponerme tefilín, etc. Vale decir, los derechos se basan en tomar, las obligaciones se centran en dar. Si tengo un derecho, se me debe algo y se requiere que alguien lo dé. Si tengo una obligación, tengo ciertas habilidades o capacidades que estoy obligado a compartir o desarrollar en beneficio de los demás.

Si se nos llama “tesoro” de Hashem, eso no significa que ahora podamos convertirnos en tomadores de clase superior. Significa que tenemos que vivir como dadores de clase superior. Este título nos confiere la responsabilidad de darnos a nosotros mismos, nuestros talentos y nuestros deseos para fomentar la conciencia de Hashem en este mundo. Ser una “Nación Atesorada” significa que Le pertenecemos a Hashem y que todo lo que Él nos da son herramientas para desarrollar nuestra conexión con Él.

Vayamos un paso más allá. Además de esta perspectiva general, ¿qué mandamientos específicos se supone que desarrollan esta conciencia?

La expresión particular, mencionada en la porción de la Torá de esta semana, de ser una “nación atesorada” es la obligación de no cortarnos o mutilarnos debido a la pérdida de un pariente cercano, Dios no lo permita. “No os cortéis… por un familiar que muere… porque Hashem os eligió para ser una Am Segula- nación atesorada entre todas las naciones”. Si ser una “nación atesorada” significa que tenemos una “entrada” especial con “El Jefe” sin expectativas adicionales, entonces resulta difícil entender cuál es la conexión entre no cortarse con la pérdida de un familiar y ser un “tesoro”.

Cuando la persona siente dolor, hay dos mensajes poderosos. Uno, es que todo lo que sucede en este mundo, incluso las circunstancias más difíciles, proviene de un Padre cariñoso y protector. No digo que vivir con esta claridad sea una tarea fácil, ni mucho menos. Pero vivir con un profundo sentido de la fe y es lo que refleja el mundo interno del pueblo judío. El cuerpo y la forma en que nos presentamos al mundo también deben reflejar la responsabilidad de ser el “tesoro” de Hashem. El mandamiento de no cortarse durante el luto es un microcosmos de nuestra vocación nacional y refleja un profundo mensaje: que tanto nuestro mundo emocional como el físico deben ser utilizados adecuadamente para reflejar nuestra conexión con Hashem. La Torá llega a nuestros momentos más privados y dolorosos y nos llama a elevarnos por encima de los patrones normales de comportamiento. Incluso en estas situaciones difíciles se nos convoca a reflejar el honor de Hashem en este mundo.

Permítanme señalar que hay muchas personas de las naciones del mundo que tienen un reconocimiento similar de Hashem. El punto aquí es que el nivel de compromiso y dedicación a nivel nacional es único para el pueblo judío como se ve en nuestros más de tres mil años de historia guiada por la Divinidad.

Volviendo a nuestra dificultad original, la idea de ser “el Pueblo Elegido” es comparable al término “una nación atesorada”. En lugar de reflejar una actitud altiva y arrogante hacia el mundo, nos muestra una perspectiva totalmente diferente. Ser “elegido” significa que elegimos vivir noblemente frente a la desgracia, reflejar la verdad en un mundo de falsedad, reflejar la bondad de Dios en un mundo inmoral. Y en respuesta, Hashem elige guiarnos a través de los picos y valles de la historia, trayéndonos de vuelta a la Tierra de Israel, y permitiéndonos la increíble oportunidad de ser los portadores de la luz Divina a través de las generaciones.

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