La Primera Recaudación de Fondos – Trumá

La diferencia es la forma en que la gente reacciona a sus transgresiones de la Torá hoy en día, que es con mucho menos sentido de remordimiento que en la época de Moshe Rabeinu.

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Rabino Pinjas Winston

Posteado en 20.02.23

Hashem le habló a Moshé diciendo: “Habla a los hijos de Israel y toma una Ofrenda de Regalo para Mí…” (Shemot 25:1)

En la parashá de esta semana, Trumá, leemos acerca de la primera campaña oficial de recaudación de fondos para la construcción judía. La misma resultó ser un gran éxito. De hecho, Moshé tuvo que decirle al pueblo judío que dejara de contribuir, cuando las contribuciones para crear las vasijas para el Mishkán superaron las expectativas.

La respuesta a esta anomalía en la historia judía se encuentra en un comentario posterior de Rashi, en Parashat Ki Tisa:

“No hay un orden cronológico [absoluto] en la Torá: el becerro de oro ocurrió muchos días antes del mandamiento de construir el Mishkán… [aunque aparezca en orden inverso en la Torá]” (Shemot 31:18).

Porque, como dice el Talmud, cuando se trata del pueblo judío, Hashem prepara la “cura” antes que la “enfermedad”. En este caso, significa que el Mishkán ya existía, al menos conceptualmente, antes del pecado del becerro de oro, de modo tal que el pueblo judío tuviera de antemano algo con lo que expiar su terrible pecado.

Esta es una gran técnica de recaudación de fondos. En lugar de limitarse a recaudar fondos de la gente rica, busca a todos aquellos uqe tengan una conciencia culpable, gente que quiera expiar algún que otro pecado. Si funcionó en tiempos de Moshé, ¿por qué no iba a funcionar hoy?

La respuesta es (lo más probable es que no), NO porque tales personas sean difíciles de encontrar; incluso las personas justas, dijo Shlomo HaMelej, pecan al menos de vez en cuando. La diferencia es la forma en que la gente reacciona a sus transgresiones de la Torá hoy en día, que es con mucho menos sentido de remordimiento que en la época de Moshe Rabeinu.

Pero, ¡claro! ¿Cómo podemos comparar nuestra época con la de Moshé? A todo aquel que viviera en los días de Moshé y el Mishkán, durante los días del maná y el milagroso pozo de agua (por no mencionar las Nubes de Gloria), le resultaría imposible NO sentir remordimiento después de pecar. ¡Hashem estaba allí mismo! No había lugar donde esconderse, así que era mejor admitirlo que fingir que no había pasado nada malo.

Sin embargo, hoy en día, a pesar de que sabemos que Hashem está ahí, todavía, hay una sensación – una sensación equivocada – de que los errores no son escudriñados en la misma medida en que eran escudriñados en el desierto. No nos cae del cielo ningún rayo en la cabeza cuando hacemos algo mal. Además, a diferencia de lo que ocurría con el maná, el pan aparece en el mismo estante del supermercado para las personas que pecan que para las que no pecan.

Si tuviéramos que construir un Mishkan hoy en día, ¿acaso habría un excedente de regalos de parte de corazones que buscan el perdón Divino por vidas menos que espiritualmente perfectas? Cuando la gente da tzedaká hoy en día, ¿para quién se hace el favor, para el que lo da o para el que lo recibe? Típicamente, asumimos que es al receptor, que parece mucho menos afortunado que nosotros.

Sin embargo, aplicando los principios bien conocidos (y aceptados) de que la “cura” precede a la “enfermedad” y de que nada ocurre por casualidad, quizá sea el donante quien realmente se beneficia más de la transacción. Porque el concepto de “shidujim” no sólo se aplica a postulantes a esposos y esposas sino que también se aplica a los amigos, a los socios comerciales y a cualquier situación en la que se reúnan dos o más personas, o siempre que nos encontremos con una situación particular que “por casualidad” se nos cruza en el camino.

Vale decir, no es que caiga un rayo del cielo cada vez (¡ni siquiera una vez!) que vamos en contra de los valores de la Torá, pero siempre que se nos pida que nos desprendamos de algo preciado -como el dinero, por ejemplo, aunque no sea en aras de una mitzvá-, tal vez sea el momento de preguntarnos – porque tal vez Hashem nos está dando un respiro por adelantado; tal vez estamos recibiendo la medicina por adelantado de la enfermedad, por así decirlo.

Todo en la vida es una prueba diseñada para ayudarnos a madurar espiritualmente. Nuestra responsabilidad consiste en intentar no distanciarnos de la situación, no reaccionar como si no tuviera nada que ver con nosotros. A veces puede que no seas capaz de dar lo que se te pide, pero eso no significa que no puedas demostrar interés.

Uno nunca sabe cuándo esa persona que tienes delante, o esa causa que está sobre la mesa ante ti, es un “remedio” espiritual para una futura “enfermedad”, una expiación que seguramente necesitarás en un momento futuro. Puede que AHORA no lo parezca, pero lo será en el futuro, en un momento en el que poco podrás hacer para rectificar la situación.

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