Reconciliación nacional – Behar

En 1751, la Asamblea de Pennsylvania ordenó fundir una campaña especial, conmemorando el 50º aniversario de la ‘Carta de Privilegios’ de William Penn. Se le encargó al Presidente de la Asamblea que encontrara una inscripción apropiada para lo que más tarde se haría famoso como la “Campana de la Libertad”. La mejor expresión de libertad e igualdad que pudo encontrar fue el versículo bíblico que describe el año del jubileo:

“Proclamarás con toques de shofar el décimo día del séptimo mes; en Yom Kipur, harás sonar el shofar por toda tu tierra. Santificarás el quincuagésimo año, proclamando la libertad en la tierra a todos sus habitantes” (Levítico 25:9-10).

El anuncio triunfal del año jubilar, con los toques del shofar, tiene lugar el diez de Tishre, que es Yom Kipur, el Día del Perdón. Sin embargo, esto resulta un tanto curioso. El año del Jubileo comienza, como cualquier otro año, el primero de Tishrei, en Rosh Hashaná. ¿Por qué se pospuso la proclamación formal del Jubileo hasta Yom Kipur, diez días después?

Un Shabat para la nación

El año del Jubileo es un año supersabático. Al igual que el séptimo año, el trabajo agrícola está prohibido, y los propietarios de tierras renuncian a la propiedad de los productos cultivados durante todo ese año. El Jubileo también contiene dos aspectos adicionales de justicia social: la emancipación de los esclavos y la devolución de la tierra a su dueño original.

Así como el día de reposo permite descansar al individuo, los años sabáticos y el jubileo proporcionan descanso a la nación. Toda la nación puede descansar de la competencia y la lucha económica. Los Sabios observaron que la frase “Shabat para Dios” aparece tanto en el contexto del Shabat semanal como en el del año sabático. Ambos están diseñados para liberarnos de la carrera por la supervivencia económica, permitiéndonos desarrollar nuestro lado espiritual: el Shabat a nivel individual y el año sabático a nivel nacional.

Sanar las fracturas de la sociedad

El Talmud (Rosh Hashaná                                                                                                8b) enseña que los esclavos no eran enviados a casa durante los diez primeros días del año del Jubileo. Tampoco trabajaban. Pasaban esos diez días festejando y bebiendo en las casas de sus amos, mientras celebraban su recién obtenida libertad “con coronas sobre sus cabezas”. Recién después de que el tribunal tocara el shofar en Yom Kippr, los esclavos recién liberados volvían a casa.

Rav Kook señaló que la liberación de los esclavos en el año del Jubileo proporciona una importante salvaguardia para el orden social. Las sociedades que dependen de la mano de obra esclava suelen sufrir en algún momento revueltas de esclavos y actos violentos de venganza por parte de la clase baja. En Estados Unidos, la emancipación de los esclavos negros sólo se consiguió tras una cruenta guerra civil.

En lugar de alcanzar la justicia social mediante revueltas sangrientas y levantamientos violentos, la emancipación del Jubileo permite una corrección pacífica y armoniosa de la desigualdad social. El restablecimiento de los derechos de los pobres y desfavorecidos se convierte en parte inherente del orden social y económico. Durante sus últimos días de servidumbre, los esclavos liberados celebran junto a sus antiguos amos. La Torá también obliga al amo a despedir a sus siervos con generosos regalos. Estos actos conciliadores ayudan a curar las heridas sociales y psicológicas causadas por las divisiones socioeconómicas y el distanciamiento de clases. La reconciliación nacional alcanza su punto álgido en Yom Kipur, cuando el shofar proclama con exuberancia la libertad y la igualdad para todos.

Expiación por la nación

Ahora podemos entender por qué el anuncio formal del año del Jubileo se retrasa diez días. El Jubileo está íntegramente relacionado con la expiación de Yom Kippur. Ese año, el Día del Perdón se convierte en un momento de perdón y absolución, no sólo por los pecados del individuo, sino también por los de toda la sociedad.