Un giro de 180 grados

Estos son testimonios reales de personas que nos han escrito emails a nuestra redacción y que queremos compartir con ustedes

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Grupo Breslev Israel

Posteado en 25.02.24

Estos son testimonios reales de personas que nos han escrito emails a nuestra redacción y que queremos compartir con ustedes a fin de fortalecer la emuná y difundir las enseñanzas del Rabino Shalom Arush, para así poder ayudar a más y más personas de habla hispana.

“Shalom:

“Me llamo M. A. F. y tengo 31 años. Me crie muy lejos del judaísmo en una familia de hombres de negocios muy consolidada. Mi familia es dueña de una gran empresa textil.

“En el ejército, me desempeñé en una de las tropas comando especiales. Y al terminar el servicio militar, se vendió la empresa familiar y a mí me tocó recibir dos casas en Israel cuyo valor total alcanza los cuatro millones de dólares.

“Yo no contaba con las ‘vasijas espirituales’ para recibir semejante abundancia material y no sabía qué hacer con tanto dinero. Al salir del ejército, empecé a derrochar el dinero. Empecé a gastar un montón de dinero en apuestas y perdí el control, hasta tal punto que me volví un adicto al juego. En muy poco tiempo, perdí toda mi fortuna. Pero mi adicción era tan grande que no lograba salir de allí. Empecé a pedir dinero prestado a mis familiares y mis amigos. Y cada dólar que recibía iba corriendo a apostarlo. En pocos años, perdí una fortuna.

“Luego empecé a contraer deudas para poder seguir jugando y la situación fue de mal en peor. Se me cerraron todas las puertas y así fue como caí en el pecado y empecé a robar cheques y otros objetos de valor de la casa de mis padres y ellos también entraron en deudas enormes. Cuando me descubrieron, mis padres me echaron de casa y dejaron de hablarme.

“Desde la cima y la fortuna en la que había vivido toda mi vida, pasé a vivir en la calle, literalmente hablando. Dormía en el coche, me bañaba en la playa, comía lo que me daba la gente y llegué al nivel más bajo que uno pueda imaginarse. Pero todas estas bofetadas no alcanzaron para sacudirme y sacarme de pozo en el que me había sumido. Yo seguía apostando. Si alguien me daba dinero, enseguida iba a apostarlo.

“Un día, viajando en el coche, que era también mi vivienda, como ya les dije, encontré a alguien en el semáforo. El hombre me dijo: ‘Toma este libro y si quieres, puedes darme algunas monedas’. En ese momento, me quedaba una última moneda de 2 dólares en el bolsillo. Esa era toda mi ‘fortuna’. Le di el dinero y él me dio el libro En el jardín de la fe. Me lo devoré: lo leí de punta a punta en solamente un par de días.

“Como ya dije antes, hasta ese momento no había tenido ni idea de lo que es el judaísmo. Nada de nada. Prefiero no entrar en detalles, pero si me hubiesen visto en ese entonces, habrían entendido que yo era lo opuesto al judaísmo. Cuando todavía era rico, paseé por todo el mundo y en especial por el lejano Oriente, por India, por Tailandia, y me sentí más conectado con aquellas culturas que con mi propia religión. Pero ahora, de repente, al leer este libro maravilloso, me di cuenta de que había empezado a hablar con Hashem.

“Y no sólo que empecé a hablar con Él, sino que empecé a darle las gracias por la situación en la que me encontraba.

“Le dije así: “Yo no sé nada. No entiendo nada. Gracias, Hashem, por los miles y miles de dólares que le debo a la gente. Gracias, Hashem, por haber sido echado de la casa de mis padres. Gracias por tener que dormir en el coche. Gracias por tener que bañarme en la playa. Gracias por ser adicto al juego…”.

“Así pasé todo un mes: solamente dando las gracias y descubriendo una nueva forma de vivir.

“Una vez transcurrido este mes tan lleno de luz, Hashem me abrió nuevas puertas en la vida y conocí a quien sería mi futura esposa por medio de la Providencia Divina; alquilé un departamento, empecé a trabajar y, lo más importante de todo, empecé a mejorar mi relación con el Creador.

“Después de leer el libro En el jardín de la fe, encargué también los CDs y los demás libros. Escuché el CD “Deja de lloriquear y verás milagros” una y otra vez. Hoy en día, tengo todos los libros del Rabino Shalom Arush en casa. Aprendí a dar las gracias media hora todos los días, y ahora estoy por alquilar un salón de fiestas para mi boda, después de hacer las paces con mis padres y con Hashem, y todo esto en virtud de haber dado las gracias media hora todos los días.

“Debo recalcar que todo lo que tengo hoy es gracias al Rabino Shalom Arush, a quien le debo mi vida. Algo increíble. Gracias a Dios que en esta generación tenemos a alguien así. El Rabino Arush no me conoce ni sabe quién soy, ni conoce mi historia ni me vio nunca, pero me cambió la vida en 180 grados.

“Hashem me salvó y me llevó de la esclavitud a la libertad. Y el más grande milagro que me sucedió fue que me libré de la adicción. El que no lo vivió, no lo puede entender. Yo sé que salí de este infierno gracias a la emun. La emuná le da sentido a la vida. Cuando uno tiene emuná, no le hace falta nada más y vive feliz. ¡Gracias, Hashem!”.

¡Qué historia tan conmovedora! Y de hecho, no es una historia como cualquier otra, sino realmente una liberación de alguien que se había vuelto esclavo de sus vicios. Y es que cuando uno es adicto al juego, su vida es un infierno constante que hace que se hunda cada vez más, hasta caer por completo. Gracias a Dios, este joven logró salvarse de ese infierno y empezar la vida de nuevo.

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