Las pequeñas cosas son las grandes cosas

Así como el sufrimiento no tiene que ser necesariamente algo de grandes proporciones, de la misma manera, las salvaciones tampoco tienen que ser necesariamente de grandes proporciones.

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Grupo Breslev Israel

Posteado en 03.03.24

Relata el Talmud que aun los sufrimientos pequeños sirven para expiar las faltas del individuo. Incluso cuando uno quiere sacar del bolsillo una moneda de cinco centavos y le sale una moneda de un centavo, eso también se considera una clase de sufrimiento. Y así como el sufrimiento no tiene que ser necesariamente algo de grandes proporciones, de la misma manera, las salvaciones tampoco tienen que ser necesariamente de grandes proporciones.  A propósito, nos llegan muchas historias de personas que encontraron objetos que habían perdido, desde llaves y anteojos hasta tarjetas de crédito y billeteras. Cada salvación, por más pequeña que sea, nos salva de mucha angustia. Y hay salvaciones pequeñas en tamaño pero grandes en importancia, como, por ejemplo, que acepten a tu hijo en la escuela o la universidad donde quiere estudiar. Y el factor en común de todas estas historias es que todas ellas fortalecen la emuná.

Una rabanit que da clases de emuná a otras mujeres nos envió este mensaje:

“Shalom

“Hace ya casi veinte años que el Creador me confirió el mérito de dar clases de Torá en Shabat a un grupo de mujeres religiosas.

“Recientemente, leí el libro Las puertas de la gratitud y ahora estoy leyendo el libro En el jardín de los milagros. Y dado que me identifico completamente con lo que dice el libro, se me ocurrió compartir varias de estas historias con el grupo de mujeres y debo decir que todas se quedaron boquiabiertas. Hace dos semanas, después de dar mi clase de Shabat, una de las asistentes me dijo que ella también había dado las gracias por algo y había tenido un milagro. Por supuesto, le pedí que me contara su historia y esto fue lo que me contó:

“Esta señora se había caído y se había dado un golpe muy fuerte en el rostro y se le había roto un diente de adelante. Enseguida fue al dentista de urgencia, y este la chequeó y le dijo cuál sería el precio del tratamiento. Al oír el precio, ella enseguida se dio cuenta de que sería absolutamente imposible pagar una suma semejante, por lo que decidió quedarse callada y no responder. En lugar de eso, empezó a hablar en silencio con Hashem y Le dijo así: ‘Amo del Universo, gracias por haberme roto el diente. Gracias por haberme hecho caer. Gracias por haberme dejado los otros dientes intactos. Gracias que ahora no tengo dinero para arreglarme el diente. Gracias, Dios mío, por todo. Está todo bien. Está todo perfecto. Todo lo que proviene de Ti es bueno; es lo mejor que me puede pasar’. Así habló con Hashem uno o dos minutos. El dentista pensó que ella estaba pensando qué hacer con el tratamiento y esperó a que ella le respondiera con respecto al presupuesto que le había dado, pero al ver que no respondía, le dijo así: “¿Sabe qué? Pensándolo bien, voy a arreglarle el diente gratis”.

“Y mientras se lo estaba arreglando, el dentista le dijo: “Tenemos un problemita. Acá no tengo el empaste del color exacto de sus dientes”. Ella respondió: “No importa. Use el color que tenga”. Él respondió: “Ok, entonces voy a usar el color más parecido al suyo”. Y así fue. Y aquí sucedió otro milagro más: un milagro dentro de otro. Al finalizar el tratamiento, el médico se dio cuenta de que el color que había utilizado en realidad era igual al de sus dientes. Y es que, como todos sabemos, Hashem hace bondades perfectas con Sus criaturas.

“Estimado Rabino, sentí la necesidad de contarle esta historia para que, si así lo desea, la publique en su próximo tomo de historias milagrosas. Muchas gracias por todo y en especial por estas grandes enseñanzas y por compartir con nosotros este tesoro de emuná. Muchas bendiciones…”.

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