Alma Divina, Cuerpo Divino

¿Cómo sé que tengo un alma? ¿Por qué solamente siento que tengo un cuerpo? ¿Cómo puedo saber con certeza que al alma existe?

4 Tiempo de lectura

Yael Karni

Posteado en 17.03.21

 La primera vez que leemos acerca del tema del alma y el cuerpo en la Torá es en Bereshit-Génesis, al comienzo mismo de la Creación. La Torá relata que primero HaShem creó el cuerpo del Hombre a partir del polvo inerte y que recién después le insufló dentro de las fosas nasales un aliento de vida, “nishmatjaim”, el “alma de vida”. El término que solemos emplear para referirnos al alma en su forma más genérica es neshamá, que comparte una raíz con la palabra hebrea neshimá, que significa “respiración”. En otras palabras: HaShem insufló un aspecto de Su propia esencia dentro del cuerpo que  había creado, y eso es lo que le da vida. Las fuentes místicas hablan de luces y vasijas (orot ve-keilim) y aquí vemos un ejemplo de esto en el Hombre. El alma es la luz y el cuerpo es la vasija que la alberga.

Vemos esto con claridad en la vitalidad del ser humano vivo, y de hecho en cualquier ser vivo. Es algo casi obvio pero a pesar de todo se nos fuerza a pensar que el alma no existe, que solamente existe el cuerpo. Entonces ¿cómo podemos obtener evidencias de la existencia del alma? Una de las formas es meditando acerca de la forma en que me conecto con el mundo que me rodea. Por ejemplo ahora que están leyendo este artículo, pueden preguntarse: “¿Acaso soy yo el que está leyendo, o son mis ojos?”. Yo diría: por supuesto que soy YO el que está leyendo. Lo mismo con la audición: es el “yo” el que oye, no los oídos. En otras palabras: yo poseo una esencia interna única y singular, que interactúa con el mundo que me rodea a través de las partes del cuerpo. Uno no dice: “Mis ojos están mirando a tus ojos” (a menos que tengas algún problema…), sino que dice: “Yo te veo”. De hecho, la palabra “yo” en hebreo se dice “aní”, que también es uno de los nombres de HaShem. Y si dices que es el cerebro el que le da órdenes a cada órgano del cuerpo, no olvides que el cerebro también es un órgano del cuerpo, en el que opera la parte más elevada del alma – cuando le doy instrucciones al cerebro de que envíe un mensaje al resto del cuerpo, ese pensamiento/deseo proviene de un lugar exaltado, un lugar que no es físico.

Por el contrario, apenas la persona fallece, esa luz Divina desaparece y recién entonces el cuerpo se descompone. [Todos aquellos que trabajan en la profesión de la medicina dieron cuenta de este fenómeno – una vez le oí decir a una enfermera que siempre le había sorprendido el hecho de que, apenas el paciente fallecía, parecía como si su personalidad se hubiera esfumado – y por supuesto que así es…].

Las fuentes de la Torá también nos dicen que el alma cuenta con cinco niveles, en orden ascendiente:

Nefesh– que se relaciona con el hígado, y es la fuente de la vitalidad física (la sangre) para el cuerpo. Se trata de la parte más baja del alma del hombre y es la que más está conectada con el cuerpo propiamente dicho. Es la parte del alma que sentimos más, pues es la que se relaciona con los impulsos físicos (el deseo de comer, la procreación, etc.) y es la que compartimos con los animales.

Rúaj– se relaciona con el corazón, y es la fuente de las emociones. En hebreo, “rúaj” significa “viento”, que tiene que ver con las emociones, que cambian de un momento a otro, igual que el viento. Por definición, es menos física que el nefesh y se relaciona con el habla, porque el hombre conecta el pensamiento (neshamá) con el acto (nefesh).

Neshamá– que se relaciona con la mente, es la fuente del intelecto. Es el nivel menos físico del alma y es la conexión más cercana que tenemos con la Divinidad en este mundo. La neshamá flota encima de la cabeza y mantiene con ella un contacto en forma intermitente.

Jaiá y Iejidá– se relacionan con los dos aspectos más superiores del alma y no tienen contacto con el cuerpo en el presente y son las más cercanas al Creador.

Entonces ¿dónde encaja el cuerpo dentro de todo esto? El Ramjal (Rabí Moshe Jaim Luzzatto) en el libro Derej HaShem (El Camino de Dios) dice que HaShem creó al hombre con un alma y un cuerpo, con caracteres opuestos entre sí, tal como ya dijimos. Cada uno tiende a su propio carácter – el cuerpo hacia lo material y lo físico- y el alma hacia lo espiritual, y esto produce una tensión entre ambos, una lucha que se libra en el campo de la moralidad, entre el bien y el mal, y resulta en una recompensa o un castigo. Cuando prevalece el alma, esta no sólo se eleva a sí misma sino que también eleva al cuerpo y el individuo se gana su recompensa y alcanza la perfección. Y si prevalece el cuerpo, sucede lo contrario y el cuerpo desciende junto con el alma, que se ensucia. Esta batalla se libra a lo largo de la vida de la persona en este mundo bajo pero es una batalla temporaria, de la misma manera que el mal es algo temporario.  Si bien al momento de morir el alma se separa del cuerpo, esto también es temporario, porque el propósito del alma es perfeccionar el cuerpo en una etapa posterior, cuando el cuerpo y el alma se vuelvan inseparables, tal como sucedió al comienzo de la creación.

Nuestros Sabios enseñan que cada buen movimiento hacia la Divinidad en esta generación cosecha la más grande recompensa que uno pueda imaginar, debido a la tremenda pobreza espiritual en la que nacieron nuestras almas en esta época de la historia judía. Por eso, no olvides nunca que hay un rol que cada neshamá tiene que jugar y que esa neshamá es la única que lo puede jugar, porque no hay dos seres humanos que sean iguales y jamás volverá a haber alguien como tú. Eres único y cada uno de tus actos cuentan! ¡FUERZA!
 
 

Escribe tu opinión!

1. Sandra Luna

7/02/2018

Alma divina cuerpo divino

Me encantó este tema ya q confirmo lo que vengo aprendiendo con mi profe en Noajidas gracias Rabi

2. Sandra Luna

7/02/2018

Me encantó este tema ya q confirmo lo que vengo aprendiendo con mi profe en Noajidas gracias Rabi

Gracias por tu respuesta

El comentario será publicado tras su aprobación

Agrega tu comentario